España consiguió la máxima ambigüedad en la guerra mundial. Apoyó a Alemania contra la URSS. Apoyó a estados unidos contra Japón. Se mantuvo neutral en el conflicto entre Alemania e Italita contra Estados Unidos, Francia e Inglaterra.
La entrevista de Bordighera o reunión de Bordighera, fue un encuentro que tuvo lugar en la localidad transalpina italiana de Bordighera el 12 de febrero de 1941, en la que Francisco Franco se entrevistó con Benito Mussolini, por indicación de Adolf Hitler.
Mussolini, después del fracaso de Rodolfo Graziani, se dirigió a Hitler en demanda de apoyo. El führer decidió formar por consejo de Erwin Rommel un cuerpo expedicionario para África y aconsejó al duce que tratara de conseguir de Franco la conformidad para que la España franquista entrara en la guerra.
Los éxitos obtenidos por las fuerzas británicas de Archibald Wavell obligaban a poner en práctica los planes del Alto Mando alemán para la conquista de Gibraltar y el cierre del Mediterráneo.
El conde Ciano escribió a Serrano Suñer y se convino que el duce y el caudillo se entrevistaran el 12 de febrero de 1941 en la localidad transalpina de Bordighera.
El Caudillo, que desconfía de los aviones desde que José Sanjurjo y Emilio Mola perecieron en sendos accidentes aéreos, prefirió acudir a Italia por tren, cruzando la Francia de Vichy. El viaje fue secreto. Antes de partir, Franco, precavido, firma un protocolo que deja el gobierno en manos de un directorio formado por los generales Vigón, Varela y Bilbao, durante las horas que permanezca fuera del territorio nacional.
La entrevista se celebra en el pueblecito fronterizo de Bordighera, en la “Villa Regina Margherita”, y dura cuatro horas y media en dos sesiones. Franco se presentará con Serrano Suñer a la entrevista. Galeazzo Ciano no asistió a la conferencia por encontrarse en el frente griego como piloto activo.
Mussolini no hizo alusión en momento alguno de la entrevista a la ayuda que la Italia fascista prestó al general Franco durante la Guerra Civil. El Duce expuso la seguridad que tenía el Eje de alcanzar la victoria total. Opinaba además Mussolini que España no podía permanecer al margen de la guerra que ya se consideraba ganada por el Eje, pues la neutralidad significaba perder las ventajas de unirse a los vencedores, pero la forma y fecha de la entrada de España en el conflicto dependían exclusivamente de Franco.
Franco, por su parte, sostuvo la tesis de Hendaya: él no se negaba a colaborar militarmente con el Eje, pero la economía española necesitaba suministros de trigo y gasolina, productos que ahora sólo recibía de ultramar pero que se cortarían el día en que España entrara en la guerra.
En la entrevista Mussolini tomo nota de las dos condiciones que España exigía como precio de su entrada en la guerra:
Satisfacción inmediata de las demandas de trigo, armamento y carburante;
Revisión de las concesiones territoriales que España recibiría en el norte de África y su principal reclamo, Gibraltar.
Hay que reconocer a Franco la habilidad para no entrar en la Guerra.
La política de los tres frentes es la posición estándar que tomó el gobierno español durante la Segunda Guerra Mundial. Esta posición era pro-nazi en la guerra que sostenía Alemania con la URSS, estrictamente neutral en la guerra entre Alemania y las potencias occidentales; y proaliada en la guerra que sostenía Estados Unidos contra Japón.
Franco difundió una peculiar e interesada teoría y se la transmitió al embajador norteamericano. Según esta tesis, se estaban desarrollando tres guerras simultáneas: la del Eje contra la URSS, en la que España era favorable al Eje; la del Eje contra los Aliados, en la que era neutral, y la del Pacífico, donde aseguró que era necesario derrotar a los japoneses porque estos eran -entre otros calificativos- unos bárbaros.
La postura de Franco y su gobierno evolucionaría a lo largo del conflicto, siempre manteniéndose en una ambigua neutralidad cuando le era beneficioso para sus intereses. Así pues, tras la Batalla de Francia en junio de 1940 y cuando parecía inevitable que el III Reich vencería a Gran Bretaña, Franco se entrevistó con Hitler en Hendaya, España ofreció al III Reich la División Azul para apoyar el ataque a la URSS, se permitió el repostaje de submarinos alemanes en puertos españoles, se censuraba las noticias de derrotas alemanas en la propaganda española, los agentes alemanes de la Abwehr tenían gran libertad para trabajar en territorio español mientras se vigilaba a los británicos, etc.
El 25 de noviembre de 1941, España firmó el Pacto Anti-Komintern revisado (había firmado la versión incial el 25 de marzo de 1939), texto auspiciado por la Alemania nazi y el Imperio del Japón, al que también se había sumado la Italia fascista y otros países próximos al Eje.
No obstante, a partir de noviembre de 1942 se percibe en España que el conflicto da un giro completo, tras el éxito de los desembarcos estadounidenses en Marruecos y Argelia, después de la victoria británica en la Batalla de El Alamein, y al ser detenida brutalmente la Wehrmacht en la Batalla de Stalingrado; en esos momentos Franco comprende rápidamente la nueva situación y repentinamente vuelve a practicar una estricta neutralidad e incluso tolera ciertas ventajas militares a los aliados, semejantes a las que había ofrecido a los alemanes antes.
En la imagen el dictador Mussolini con el dictador español Franco en la famosa entrevista de Bordiguera