En 1735, Carlos III rey de España, de la casa Borbón, al recibir noticias del pozo de las maravillas que en lugar de sacar agua sacaba reliquias, ordenó una excavación intensiva de Pompeya con el fin de aumentar su colección. Para ello, contrató a su anticuario particular, Marcello Venuti, con gran conocimiento en cultura clásica que paso a dirigir el trabajo de extracción. Apareció una inscripción epigráfica que decía “Herculanenses” que se refería al nombre de la ciudad; y casualmente, Venuti conocía la historia de la antigua ciudad por referencia de antiguas fuentes.
Al cabo de algunos años, probablemente por aburrimiento, Carlos III ordenó excavar en la colina donde Fontana había hecho un túnel, “La Cività”, lo que no fue tan difícil como en Herculano ya que la tierra era en gran parte piedra pómez y se sacaba con más facilidad.
En esta ocasión un arquitecto suizo, Karl Weber ayudó en la excavación insistiendo en que se excavara cada habitación de manera individual y que ello fuera recopilado y documentado. Se estaba poniendo el germen de lo que hoy en día es la Arqueología. Quizá su formación como arquitecto le empujaba a interesarse más por los restos de los edificios que por los objetos.
Su insistencia obtuvo su premio cuando en 1763 se descubrió una inscripción que demostraba que bajo la colina se encontraba la ciudad perdida de Pompeya. Era conocida la historia de la ciudad que el 24 de agosto del 79 d. c. fue engullida por las cenizas del Vesubio.
Se cuenta la anécdota del enfado del Rey al ver una antigua escultura de mármol del dios Pan practicando el coito con una hembra-cabra. Ordenó suspender las excavaciones que no
obstante fueron reanudadas cuando al Rey se le paso el enfado.
En la imagen la escultura que indignó a Carlos III.
Carlos III nació el 20 de enero de 1716 y murió el 14 de diciembre de 1788.