Stefan Zweig (Viena, Austria, 28 de noviembre de 1881-Petrópolis, Brasil, 22 de febrero de 1942) fue un escritor, biógrafo y activista social austríaco de la primera mitad del siglo XX, sin parentesco con el escritor Arnold Zweig ni tampoco con la escritora alemana Stefanie Zweig (nacida en 1932).
Sus obras estuvieron entre las primeras que protestaron contra la intervención de Alemania en la segunda guerra mundial y fue muy popular entre 1920 y 1930. Escribió novelas, relatos y biografías. De estas últimas, son particularmente conocidas las de María Estuardo y la de Fouché, una obra mitad biografía y mitad novela histórica muy interesante sobre un personaje que nadie ha podido definir mejor ni antes ni después. Otra de sus biografías, la dedicada a María Antonieta, fue adaptada al cine en Hollywood. Tras su suicidio en 1942, su obra fue perdiendo fama progresivamente.
Biografía.
Zweig fue hijo de una familia judía acomodada. Su padre, Moritz Zweig, fue un acaudalado fabricante textil, y su madre, Ida Brettauer Zweig, hija de una familia de banqueros italianos.
Estudió en la Universidad de Viena en la que obtuvo el título de doctor en filosofía. También realizó cursos sobre historia de la literatura, que le permitieron codearse con la vanguardia cultural vienesa de la época. En ese ambiente, hacia 1901, publicó sus primeros poemas, una colección titulada Silberne Saiten (Cuerdas de plata), mostrando la influencia de Hugo von Hofmannsthal y Rainer Maria Rilke.
En 1904 apareció su primera novela, género de especial frecuencia en su carrera.
Zweig desarrolló un estilo literario muy particular, que aunaba una cuidadosa construcción psicológica con una brillante técnica narrativa.
Además de sus propias creaciones en teatro, periodismo y ensayo, Zweig trabajó en traducciones de autores como Paul Verlaine, Charles Baudelaire y Émile Verhaeren.
En 1910 visitó la India y en 1912, Norteamérica. En 1913 se estableció en Salzburgo, Austria, donde habría de vivir durante casi veinte años.
Durante la Primera Guerra Mundial, y luego de haber servido en el ejército austríaco por algún tiempo como empleado de la Oficina de Guerra, pues había sido declarado como no apto para el combate, se exilió a Zúrich gracias a sus convicciones antibelicistas influenciadas por Romain Rolland, entre otros.
De este período es Jeremías, obra antibélica que escribió mientras estaba en el ejército, publicada durante su exilio en Suiza. Esta pieza teatral bíblica inspirada en la guerra europea fue exhibida en Nueva York hacia 1939.
De inmediato se radicó en Suiza, donde trabajó como corresponsal para la prensa libre vienesa y produjo algunos trabajos en diarios húngaros. Gracias a sus amistades, entre las que estaban Eugen Relgis, Hermann Hesse y Pierre-Jean Jouve, pudo publicar sus visiones apartidistas sobre la turbulenta realidad europea de aquellos días.
Conoció a Thomas Mann y a Max Reinhardt.
La solvencia económica de su familia le permitió su gran pasión: viajar; así adquirió la gran consciencia de tolerancia que ha quedado plasmada en sus obras, las primeras en protestar en contra de la intervención de Alemania en la guerra.
Después del armisticio de 1918 pudo retornar a Austria: volvió a Salzburgo, donde en 1920 se casó con Friderike Maria Burger von Winternitz, una admiradora de su obra, a quien había conocido ocho años antes.
Como intelectual comprometido, Zweig se enfrentó con vehemencia contra las doctrinas nacionalistas y el espíritu revanchista de la época. De todo eso escribió en una larga serie de novelas y dramas, en lo que fue el período más productivo de su vida. El relato histórico Momentos estelares de la humanidad, que publicó en 1927 se mantiene entre sus libros más exitosos.
En 1928, Zweig viajó a la Unión Soviética. Dos años después visitó a Albert Einstein en su exilio en Princeton. Zweig cultivaría la amistad de personalidades como Máximo Gorki, Rainer Maria Rilke, Auguste Rodin, Arturo Toscanini y Joseph Roth.
En 1934, publicó su triple biografía Mental Healers, a la vez un ensayo sobre los orígenes de la Ciencia Cristiana (religión espiritualista fundada por Mary Baker Eddy) y el psicoanálisis.
Tras el aumento de la influencia nacional socialista en Austria, Zweig se trasladó un tiempo a Londres; ya por entonces se vio en dificultades para publicar en Alemania, pese a lo cual pudo escribir el libreto para Die schweigsame Frau, ópera del compositor Richard Strauss.
Definido como «no ario», fue defendido por Strauss, quien se negó a eliminar el nombre de Zweig como libretista del cartel de la obra Die Schweigsame Frau (La mujer silenciosa), estrenado en Dresde. Hitler rehusó ir al estreno, como estaba planeado, y poco tiempo después, tras sólo tres representaciones, la obra fue prohibida.
La religión judía no fue parte de su educación. En una entrevista sostuvo:
Mi madre y mi padre eran judíos solo por un accidente de nacimiento.
Sin embargo, una de sus novelas, El candelabro enterrado, narra la historia de un judío que hizo del objetivo de su vida el preservar la menorá.
Si bien sus ensayos en política fueron publicados por la casa Neue Freie Presse, cuyo editor literario era el líder sionista Theodor Herzl, Zweig nunca se sintió atraído por ese movimiento.
En 1934, inició viajes por Sudamérica. En 1936, sus libros fueron prohibidos en Alemania por el régimen nazi. En 1938, se divorció de su primera esposa. Como Friderike Zweig, publicó un libro sobre él, luego de su deceso.
Al año siguiente se casó con Charlotte Elisabeth Altmann y, tras el inicio de la guerra, Zweig se trasladó a París. Poco después, viajó a Inglaterra, en donde obtuvo la ciudadanía. Vivió en Bath y Londres antes de viajar a los Estados Unidos, República Dominicana, Argentina, y Paraguay, con motivo de un ciclo de conferencias.
En Argentina, recibió especial atención del periodista Bernardo Verbitsky, quien escribirá un ensayo acerca del visitante: Significación de Stefan Zweig (1942).
Después de la publicación de su Novela de ajedrez en 1941 se mudó a Brasil, donde escribió La tierra del futuro (1941). En esta obra, examina la historia, economía y cultura del país. Citando a Américo Vespucio, describe cómo los primeros navegantes europeos vieron al Nuevo Mundo:
Si el paraíso existe en algún lado del planeta, ¡no podría estar muy lejos de aquí!.
En Petrópolis, desesperados ante el futuro de Europa y su cultura (después de la caída de Singapur), pues creían en verdad que el nazismo se extendería a todo el planeta, el 22 de febrero de 1942, él y su esposa se suicidaron. Se habían despedido de amigos, y dejaron sus cosas en orden (hasta una nota sobre su perro, confiado a sus amigos). Zweig había escrito:
«Creo que es mejor finalizar en un buen momento y de pie una vida en la cual la labor intelectual significó el gozo más puro y la libertad personal el bien más preciado sobre la Tierra».
Con honras, pero en contra de sus deseos, fueron sepultados en el Cementerio de Petrópolis. Su autobiografía El mundo de ayer, con publicación póstuma hacia 1944, es un panegírico a la cultura europea que consideraba para siempre perdida.
Obra
Trabajó durante más de veinte años en su Momentos estelares de la humanidad que retrata los 14 acontecimientos de la historia mundial más importantes desde su punto de vista.
Concedía particular importancia al ritmo del relato; en sus propias palabras:
...el inesperado éxito de mis libros proviene, según creo, en última instancia de un vicio personal, a saber: que soy un lector impaciente y de mucho temperamento. Me irrita toda facundia, todo lo difuso y vagamente exaltado, lo ambiguo, lo innecesariamente morboso de una novela, de una biografía, de una exposición intelectual. Solo un libro que se mantiene siempre, página tras página, sobre su nivel y que arrastra al lector hasta la última línea sin dejarle tomar aliento me proporciona un perfecto deleite. Nueve de cada diez libros que caen en mis manos los encuentro sobrecargados de descripciones superfluas, diálogos extensos y figuras secundarias inútiles que les quitan tensión y les restan dinamismo.
Si bien fue uno de los más conocidos y reputados escritores entre 1930 y 1940, desde su muerte y a pesar de la importancia de su obra, ha sido gradualmente olvidado.
Existen importantes colecciones de Zweig en la Biblioteca Británica y en la Universidad Estatal de Nueva York en Fredonia. La primera es el resultado de una donación de sus apoderados en mayo de 1986 e incluye una gran variedad de elementos de sorprendente rareza, entre ellos el catálogo de las obras mozartianas de propio puño y letra del compositor (Verzeichnis).
Zweig escribió novelas, historias cortas, ensayos (políticos o literarios), dramas y varias biografías, de las cuales la más famosa es la de María Estuardo. Fue publicada en alemán como Maria Stuart y en inglés como (The) Queen of Scots or Mary, Queen of Scotland and the Isles.
En algún momento, sus trabajos fueron publicados en los países anglosajones bajo el seudónimo de "Stephen Branch" (traducción literal de su apellido), en tiempos donde el sentimiento antigermánico estaba en su apogeo. Su biografía de la reina María Antonieta fue luego adaptada a una película de Hollywood protagonizada por la actriz de la Metro Goldwyn Mayer Norma Shearer en el papel principal.
Cabe destacar su especial aportación al estudio de Dostoievski, al que admiraba profundamente hasta considerarlo como uno de los más grandes escritores de la historia.
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Artículo de Rosa Sola en El País del 19/6/2014
El ario, el judío y la honestidad
Strauss insistió en que el judío Zweig firmase los créditos de una
de sus óperas en pleno nazismo
En 1931, con el inicio de su colaboración en La mujer silenciosa, se inaugura la amistad entre Richard Strauss y Stefan Zweig. La versión final del libreto de la ópera satisface plenamente a Strauss, pero llega en un mal momento: enero de 1933, el mes en que Hitler asciende al poder y semanas antes de que prohibiera toda participación de judíos sobre escenarios alemanes.
La correspondencia que los dos genios mantienen a partir de esa fecha es una sucesión de ingenuidades y decepciones. Zweig se muestra apolítico: “La política pasará —le escribe a Strauss en abril de 1933—, pero el arte permanece. Por eso debemos trabajar para lo perdurable y dejar la agitación a quienes se sientan realizados con ella”. Strauss, en cambio, opta por el pragmatismo. “Goebbels está de mi parte”, le asegura a Zweig, y para rubricarlo le dedica al ministro de Propaganda su composición Das Bächlein. También acepta toda clase de cargos y compromisos para el nuevo régimen. El peor de todos: la dirección de la Cámara de Música del Reich, cargo con que se convierte en representante oficial de la Alemania nazi. La nueva Alemania necesitaba decorarse con el célebre compositor y éste creyó que podría dominar a la bestia a su antojo.
Unos días antes de que se estrenara La mujer silenciosa, al compositor le llega la noticia de que Zweig donó los royalties al fondo de emergencia judío
La mujer silenciosa supone un desafío al régimen: en ella colaboran de igual a igual el más célebre compositor “ario” y un detestado autor judío. Los jerarcas nazis dejan la decisión final en manos de Hitler, quien excepcionalmente tolera su estreno. Pero a Zweig le incomoda pasar por judío privilegiado por el régimen. Strauss le propone a Zweig que en adelante escriba para él en secreto, una propuesta incómoda que éste intenta sacudirse proponiéndole a otros libretistas “arios”, pero Strauss sólo quiere a Zweig.
En junio de 1935, unos días antes de que se estrenara La mujer silenciosa, al compositor le llega la noticia de que Zweig ha asignado sus royalties por el libreto de la ópera al fondo de emergencia judío. Strauss no se lo cree y lo niega ante las autoridades nazis, pero Zweig lo admite en una carta perdida, en la que aprovecha para recriminarle al compositor sus concesiones.
“¡Esa obstinación judía! —responde Strauss—. Así, ¿cómo no voy a volverme antisemita? […]Sólo conozco a dos tipos de hombre: los que tienen talento y los que no. […]¿Que si hago de presidente de la Cámara de Música? Sólo para hacer el bien y evitar males mayores. Habría aceptado ese molesto cargo honorífico bajo cualquier Gobierno”.
La carta fue interceptada por la Gestapo y en julio de 1935 Strauss es invitado a renunciar a la presidencia de la Cámara “por motivos de salud”. Las serviles excusas de Strauss a Hitler, alegando que había escrito la carta en un momento de ofuscación, no sirvieron de nada. Con todo, fue un pequeño triunfo de la honestidad que, por insistencia de Strauss, La mujer silenciosa llegara a estrenarse con el nombre del judío Stefan Zweig en los créditos, aunque sólo durante las tres funciones que permaneció en cartel.
“En lo político, todos estos artistas carecen de carácter”, escribió Joseph Goebbels al conocer el contenido de la carta interceptada. Cierto. En nombre del arte, ninguno de los dos había querido aceptar una verdad napoleónica: que la política es el destino del hombre.
Por Rosa Sala Sole autora de Diccionario crítico de mitos y símbolos del nazismo (Acantilado).