A pesar de las peticiones internacionales de clemencia, Julius y Ethel Rosenberg son ejecutados en la silla eléctrica en Ossining, Nueva York.
Famosos por sus creencias comunistas, fueron condenados por ayudar a pasar secretos atómicos a los soviéticos. En la cumbre de la histeria comunista, de la “amenaza roja” en Estados Unidos, durante la década de los 50, las pruebas sugieren que el gobierno no estaba nada seguro de la culpabilidad del matrimonio Rosenberg. En una de sus últimas cartas antes de ser ejecutada, Ethel escribió “la historia nos recordará a mi esposo y a mi: somos las primeras víctimas del fascismo americano”