Beethoven. Hoy 26 de Marzo de 1827 ha muerto Ludwig van Beethoven tenia 56 años de edad.

Uno de los más grandes Compositores de la historia era sordo. La musica es superior a cualquier Revelacion o Filosofia (BEETHOVEN) Ludwig van Beethoven nació en Bonn el 16 de diciembre de 1770 y murió en Viena el 26 de marzo de 1827.

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Cuándo

26/03/2015
de 01:00 a 22:59

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Uno de los hechos más asombrosos de la historia es que uno de los compositores más geniales, para muchos el mejor, era sordo.

Beethoven no fue sordo siempre pero sus mejores obras las compuso siendo sordo. ¡¡¡¡¡Es asombroso¡¡¡¡ Se supone que para un músico el oído es lo más importante de todo. Sin embargo Beethoven no oía. ¿Como es posible entonces componer?

La respuesta viene de la enorme capacidad que tiene el ser humano cuando estamos delante de un genio.

La repuesta es que la música viene de las profundidades del alma. La música verdadera, y no esa mierda asquerosa banal con la que nos torturan algunos de nuestros semejantes, viene de los más hondo de nosotros y saca lo mejor de nosotros mismos.

La respuesta es que la música se oye en nuestro interior. Beethoven demuestra que uno es sordo pero es capaz de crear la música más excelsa del universo.

No necesitamos que una orquesta toque para escuchar música. Hay muchas personas que escuchamos música desde que nos despertamos aunque no suene nada. Nos despertamos con una melodía, que vamos desarrollando. A veces no sabemos ni de que obra se trata. Esto es una prueba más de que el inconsciente siempre prevalece sobre el consciente.

En el caso de Beethoven la prueba es apabullante. Beethoven ¡¡¡¡¡¡¡¡¡¡componía música que nunca escucho¡¡¡¡¡¡¡¡¡. O mejor dicho la escuchaba dentro de si mismo.

Beethoven nos lo explico “La música es superior a cualquier revelación o filosofía”.

Beethoven pasó los últimos años de su vida casi totalmente aislado por la sordera, relacionándose solamente con algunos de sus amigos a través de los «cuadernos de conversación», que le sirvieron como medio de comunicación.

Su último gran éxito fue la Novena Sinfonía, terminada en 1823. En los tres años finales, se dedicó a componer cuartetos de cuerda y la Missa Solemnis. El 13 de abril de ese año conoció a Franz Liszt, que entonces tenía once años, durante un concierto del compositor húngaro y lo felicitó por su interpretación. Años más tarde, Liszt transcribió todas las sinfonías de Beethoven para piano y fue un destacado intérprete de su obra.

El estreno de la Novena Sinfonía tuvo lugar el 7 de mayo de 1824 y fue un rotundo éxito a pesar de las dificultades técnicas que entrañaba. Este éxito no se tradujo en una ganancia financiera y los problemas económicos continuaron acuciando al compositor.

La salud de Beethoven decayó inexorablemente durante su estancia en la casa de su hermano en Gneixendorf, a pesar de los cuidados de su familia.

Su hermano Nikolaus Johann recordaba: «Al almuerzo comía únicamente huevos pasados por agua, pero después bebía más vino, y así a menudo padecía diarrea, de modo que se le agrandó cada vez más el vientre, y durante mucho tiempo lo llevó vendado».

Tenía edemas en los pies y se quejaba continuamente de sed, dolores de vientre y pérdida de apetito. En esa época, comenzó la composición de la Décima Sinfonía.

El 1 de diciembre de 1826, Beethoven y su sobrino Karl volvieron a Viena. La premura de la decisión determinó que carecieran de un transporte adecuado y solamente pudieron conseguir un viejo carromato descubierto.

El viaje resulta catastrófico para una persona en el estado en que se encontraba Beethoven, quien llevaba ropa de verano y se vio obligado a pasar la noche en una taberna de la aldea, donde la habitación no tenía calefacción ni persianas que lo protegieran del frío.

Hacia la medianoche sufrió un escalofrío febril y comenzó una tos seca acompañada de sed intensa y fuertes dolores en los costados. Estando así, el maestro bebió grandes cantidades de agua helada que sólo agravaron su condición. Sin embargo, logró recuperarse de su crisis gracias a la atención del doctor Wawruch y consiguió llegar a la capital.

El 20 de diciembre, se le extrajeron fluidos abdominales. Karl permaneció durante todo el mes a su lado hasta su incorporación, en enero, a su regimiento. El joven se había reconciliado totalmente con su tío tras el lamentable episodio del intento de suicidio «Mi querido padre: vivo satisfecho y sólo me pesa verme separado de ti».

Casi en la miseria, escribió a sus amigos en Londres para pedir algún dinero. La respuesta llegó de inmediato, junto con cien libras esterlinas prestadas incondicionalmente. Cuando se difundió en Viena el estado terminal de Beethoven, todos sus antiguos amigos que aún vivían acudieron a su domicilio de la Schwarzspanierhaus para expresarle sus deseos de una pronta recuperación, aunque en realidad su propósito era despedirse del envejecido compositor.

A pesar de los cuidados de su médico y el cariño de sus amigos, la maltrecha salud del músico, que había padecido problemas hepáticos durante toda su vida, empeoró. Esos últimos días le acompañaron Franz Schubert, quien en realidad no se atrevió a visitar al maestro.

Un amigo de ambos le mostró al moribundo las partituras de sus lieder, que Beethoven tuvo oportunidad de admirar y se le atribuye la frase: «es verdad que en este Schubert se encuentra una chispa divina», recordando el comentario que sobre él hiciera Mozart y haciendo el cumplido que no hiciera a ningún otro músico. El 20 de marzo escribe: «estoy seguro de que me iré muy pronto». Y el día 23, entre los estertores del moribundo, exclamó: «Aplaudid amigos, comedia finita est» («La comedia ha terminado»), un final típico de la comedia del arte.

Esa misma tarde, tomó la pluma para designar a su sobrino Karl heredero de todos sus bienes.

Tres días después de su fallecimiento, el 29 de marzo, tuvo lugar el funeral. Se celebró en la Iglesia de la Santa Trinidad en Viena muy cerca del domicilio de Beethoven. En él se interpretó el Réquiem de Mozart. Al mismo asistieron más de 20 000 personas, entre las que se encontraba Schubert, gran admirador suyo. El actor Heinrich Anschütz leyó la oración fúnebre, que fue escrita por el poeta Franz Grillparzer, a las puertas del cementerio de Währing,

En su escritorio de trabajo, se encontró el Testamento de Heiligenstadt, redactado en 1802, en donde explica a sus hermanos el porqué de su profunda amargura. También se encontró la desgarradora carta de amor dirigida a su «Amada inmortal», a la que llama «mi ángel, mi todo, mi mismo yo». Nunca se ha sabido a quien se ha dirigía esa carta. La película Inmortal Beloved defiende la teoría de que iba dirigida a la esposa de su hermano. La misma película considera que su sobrino Karl era en realidad hijo de Beethoven.

Nos queda una música llena de energía y fuerza. El más masculino de todos los compositores nos hace vibrar y ser más fuertes. Quien escucha a Beethoven con regularidad no se deprime nunca.

Gracias Ludwig Van por ese maravilloso regalo que hiciste a la humanidad.

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