En 1891 Jeanette Thurber, fundadora del Conservatorio Nacional de Nueva York ofrece a Dvorak la dirección del centro. Las condiciones económicas son extraordinariamente buenas. Dvorak acepta el puesto impulsado no sólo por el aspecto pecuniario sino también por el deseo de conocer un país nuevo que empezaba a crearse una leyenda.
El “Cuarteto opus 96”, conocido como “Cuarteto americano”, fue escrito por Dvorak durante este período de residencia en Estados Unidos, concretamente en Spilville en 1893, en sólo 16 días.
La celebérrima “Sinfonía del Nuevo Mundo” es contemporánea del cuarteto que hoy escucharemos. Fue compuesta varias semanas antes de Spilville. Ambas obras presentan rasgos similares. Escuchamos simultáneamente elementos nacionalistas checos y temas populares americanos.
El “Cuarteto opus 96” es una partitura genial que refleja una extraordinaria inventiva melódica. Combina de forma magistral una alegría fresca y espontánea con una robustez y solidez heredadas de la gran admiración de Dvorak por Wagner (patente en las cuatro primeras sinfonías en las que cita constantemente los dramas musicales wagnerianos).
En 1895 la nostalgia hace regresar a Dvorak a Checoslovaquia donde vivió hasta su fallecimiento nueve años más tarde. Escribió dos cuartetos para cuerda en Sol mayor y La bemol que no han alcanzado la difusión del “Cuarteto Americano”. Después se centró en “la obra de arte total” escribiendo las óperas “Rusalka” y “Armida”. Murió el 1 de mayo de 1904 a los 63 años de edad cuando se hallaba en la cumbre de su carrera musical.