Un compositor de enorme inteligencia y sensibilidad que impactaba profundamente a todos los que le conocían. Mi amor por la música de Enescu.
George Enescu nació en Liveni (Rumnia) en 1881 y falleció en Paris en 1955. Fue un gran compositor, violinista, pedagogo, pianista y director de orquesta rumano, considerado el mejor compositor rumano de todos los tiempos y uno de los mejores violinistas de su época.
Desde pequeño empezó a tocar el violín a los 4 años, y a los 5 dio su primer concierto. Empezo a estudiar teniendo como profesor a Eduard Caudella.
Entre los años 1888-1894 estudió en el Conservatorio de Viena, teniendo como profesores a Joseph Hellmesberger (violín), Robert Fuchs y a Sigismond Bachrich entre muchos otros. Se acomodó muy rápido en la vida musical de Viena. Sus conciertos en los que interpretaban obras de Johannes Brahms, Pablo Sarasate, Henri Vieuxtemps,Felix Mendelssohn-Bartholdy, entusiasmaron a la prensa y al público. Entonces sólo tenía 12 años.
Después de la graduación del Conservatorio de Viena con medalla de plata, sigue sus estudios en el Conservatorio de París (1895-99) teniendo como profesores a Armand Marsick, André Gedalge, Jules Massenet y Gabriel Fauré. El 6 de febrero de 1898 hace su debut como compositor en los Conciertos Colonne de París con su obra Opus 1, Poema Rumano. En el mismo año empieza a dirigir conciertos en Bucarest y a dar conciertos de violín. Admirado por la reina Elisabeta de Rumania fue varias veces invitado para tocar sus obras en el castillo Peleş de Sinaia.
De los primeros años del siglo XX datan sus composiciones más conocidas, como las dos Rapsodias Rumanas (1901-02), la Suite nº 1 para la orquesta (1903), su primera Sinfonía de Madurez (1905), Siete Canciones para los versos de Clément Marot (1908). Sus conciertos se ofrecen en muchos países de Europa y es acompañado por personas de gran prestigio como: Alfredo Casella, Pau Casals, Louis Fournier, Richard Strauss.
Durante la Primera Guerra Mundial permaneció en Bucarest y dirigió la Sinfonía nº 9 deLudwig van Beethoven (que se tocaba íntegramente por primera vez en Rumanía), composiciones de Hector Berlioz, Claude Debussy, Richard Wagner, y también sus propias composiciones: la Sinfonía nº 2 (1913), Suite para orquesta nº 2 (1915) y la ópera Oedipo (1936)
En el mismo año tiene lugar su primera edición del concurso de composición que lleva su nombre: George Enescu.
Después de la guerra, continuó su actividad dividida entre Rumania y Francia. Han quedado para siempre sus interpretaciones del Poema para violín y orquestra de Ernest Chausson y de las sonatas y las partituras para violín de Johann Sebastian Bach. Hizo algunos viajes hasta Estados Unidos, donde dirigió las orquestas de Filadelfia (1923) y Nueva York (1938).
Su actividad pedagógica tuvo también gran importancia. Entre sus alumnos se encuentran violinistas como: Christian Ferras, Ivry Gitlis, Arthur Grumiaux, Ginette Neveu o Yehudi Menuhin
Debo confesar un amor especial por la música de Enescu. Sigo en ello al gran violinista Yehudi Menuhin.
Menuhin ha manifestado un gran cariño y admiración por Enescu, considerándolo como su padre espiritual:
"Para mí, Enescu será siempre una de las verdaderas maravillas del mundo. Su carácter y su figura se han quedado en mi alma como un árbol o una montaña de Sinaia. Sus fuertes raíces y su alma noble provienen de su propio país, un país de una belleza única".
He leído sobre Enescu y he escuchado en profundidad la mayor parte de sus obras.
Enescu era un fenómeno musical y personal. Cualquier persona que lo conocía quedaba fuertemente impresionada con el. No dejaba a nadie indiferente. Su talento incluía una inteligencia y memoria proverbiales. Conocía de memoria muchas partituras nota a nota. Podía reproducir de memoria todas las notas de las quince horas de música del Anillo de Wagner.
Como director y profesor tenía también un especial talento para la comunicación. Sentía una reverencia y amor muy especiales por la música. Amaba la música como pocos compositores la han amado.
Y a su encanto personal unía su humildad y modestia. Siempre decía que el era un compositor de segunda fila. No era de segunda fila. Era un genio.
A todo lo anterior se añadía que era un violinista excepcional. Su forma de tocar el violín era cálida e íntima modelada en el canto humano.
Enescu se caso con una belleza aristocrática, la princesa Maruca Cantacuzino, nacida Roseeti-Tescani. Lamentablamente su mujer padecía de graves problemas psicológicos y era muy inestable. Tenía terribles crisis de histeria. Enescu no quiso divorciarse de ella.
La obra de Enescu nos emociona intensamente. Impresiona su gran variedad y originalidad. Sus composiciones tienen el toque de lo genial y merecería una posición mucho más importante en el repertorio habitual.
Confieso especial admiración por la Sinfonía nº 2 (1914) que escuche ayer concentradamente con plena atención. La sinfonía dura una hora y no desmerece en nada de las grandes sinfonías del siglo XX. Se nota la gran afinidad de Enescu con Richard Strauss. Hay una exploración del mundo armónico de Salome y Elektra.
También me fascina la Sinfonía nº 1 (1905) que ahora suena de fondo. Es una obra muy ambiciosa que rinde homenaje explícito a “Tristán e Isolda” en el movimiento lento.
El poema rumano (1897), la Rapsodia rumana nº 1 (1901) y la Rapsodia rumana nº 2 (1901) también son maravillosas. Las melodías populares rumanas son la base de estas composiciones. Barenboim ha grabado la “Rapsodia rumana número 1”.
A Enescu le encantaba el folklore rumano, en particular la doina, un tipo de canción meditativa frecuentemente melancólica.
Enescu parte en ocasiones del folklore rumano para crear preciosas melodías de gran inspiración. Para Enescu la línea melódica era el principio vital de la música.
Otra creación genial de Enescu es su opera Oedipe. Es la mejor ópera sobre los mitos griegos. La ópera esta basada en un método de adaptación y recombinación constante de los temas y los intervalos produciendo un efecto mágico.
El nuevo método de composición le llevo al uso del leitmotiv. Hay un estudio de Octavian Cosma que identifica 21 leitmotifs en la ópera. Otra característica genial de la ópera es su detallada orquestación que hace uso frecuente de los instrumentos en solitario dentro de la textura orquestal.
Oedipe se representa sólo de forma ocasional lo que es muy injusto.
Uno de los últimos placeres de Enescu fue tocar y grabar con su querido ahijado el pianista rumano Dinu Lipati.
La obra de Enescu se ve perjudicada por ser un compositor de un país periférico fuera del centro de Europa. Si Enescu hubiera sido alemán su obra se tocaría mucho más.
En Bucarest se celebra en septiembre todos los años el Festival George Enescu. En la foto la maravillosa sede del Festival en uno de los más bellos lugares de la fascinante ciudad de Bucarest, capital de Rumanía.
Más información sobre Enescu en otros post de hoy.