Carlo Maria Giulini (Barletta, provincia de Bari, 9 de mayo de 1914 – Brescia, 14 de junio de 2005) fue un director de orquesta italiano.
Estudió viola y composición en la Accademia Nazionale di Santa Cecilia en Roma. Luego estudió dirección de orquesta con Bernardino Molinari.
Giulini trabajó en la Radio de Milán desde 1946 a 1951, donde reestrenó varias óperas olvidadas, entre otras alguna de Alessandro Scarlatti. Arturo Toscanini escuchó una producción de Haydn, Il mondo della luna; esto llevó a Toscanini a recomendar a Giulini para la directoría de La Scala, donde permaneció desde 1953 a 1956.
En 1958, Giulini dirigió una producción muy celebrada de Verdi, Don Carlos en la Royal Opera House, Covent Garden.
Durante los años 1960, tuvo gran demanda como director invitado de importantes orquestas alrededor del mundo, e hizo numerosas grabaciones bien recibidas con la Orquesta Philharmonia de Londres, entre otras.
Después de 1968 Giulini abandonó la ópera, como resultado de querer comprometer su visión artística, concentrándose sólo en trabajos orquestales. Sirvió como Principal Director de Orquesta Invitado de la Orquesta Sinfónica de Chicago de 1969 a 1978, y fue nombrado Director de Música de la Orquesta Sinfónica de Viena en 1973. De 1978 a 1984, sirvió como Director titular y Director de Música de la Orquesta Filarmónica de Los Ángeles, lanzando su permanencia con la interpretación de la Sinfonía nº9 de Beethoven. En 1982 volvió una vez más a la ópera, dirigiendo la producción discutida de Verdi, Falstaff.
Estilo y repertorio.
Giulini se caracterizó por su minuciosidad y atención al detalle, su equilibrio y su elegancia en el fraseo. Su repertorio habitual, cuidadosamente escogido y meditado, le hizo referencia en determinados autores y obras.
En el campo de la ópera, las grabaciones referenciales de Giulini incluyen las versiones de 1959 con la Orquesta y Coros Philharmonia de las óperas de Mozart, Le Nozze di Figaro y Don Giovanni por EMI, además de sus grabaciones de 1955 de La Traviata de Verdi con Maria Callas. Aunque posteriormente redujo la interpretación operística, sobresalen las versiones de Don Carlos, con Plácido Domingo y Montserrat Caballé y de Rigoletto, con Piero Capuccilli, Plácido Domingo e Ileana Cotrubas.
Sus grabaciones sinfónicas más valoradas incluyen la 3ª de Beethoven con la Orquesta Filarmónica de Los Ángeles; con la Orquesta Sinfónica de Chicago, Cuadros de una exposición de Mussorgsky y las 7ª, 8ª y 9ª sinfonías de Dvorak; y las 7ª, 8ª y 9ª sinfonías de Bruckner, con la Orquesta Filarmónica de Viena, en grabaciones de Deutsche Grammophon.
Mención especial merecen sus interpretaciones de Brahms. Ya desde sus inicios,con la Orquesta de la Accademia Nazionale di Santa Cecilia interpretó en 1944 una Cuarta sinfonía de gran éxito. En la década de los sesenta grabaría con la Orquesta Philharmonia el ciclo de sinfonías y los conciertos para piano con Claudio Arrau, interpretaciones todas ellas habitualmente citadas entre las versiones de referencia. En 1976 grabó con Ithzak Perlman y la Orquesta Sinfónica de Chicago el Concierto para violín, en una versión detallada de tempi dilatados. En los años ochenta, al frente de la Orquesta de los Ángeles, comenzaría de nuevo la grabación de las sinfonías, pero sólo llegaron a materializarse en disco la primera y la segunda, a pesar de interpretaciones sueltas en concierto con diversas orquestas.
Tras sus interpretaciones de Bruckner con la Filarmónica de Viena en concierto, en 1989 le tocó el turno a Brahms, comenzando por la Cuarta sinfonía. Esta agrupación, tradicionalmente muy destacada en este autor, brindó a la batuta de Giulini una interpretación nostálgica muy meditada, más oscura que en las grabaciones de los años sesenta aunque con una transparencia exquisita y de tempi más dilatados. Al año siguiente le tocaría el turno a la Tercera, en una visión que destacaba el aspecto camerístico en los movimientos centrales y la desesperación del movimiento final. En 1991 se grabaron en estudio la primera y segunda, completando así un ciclo publicado por Deutsche Grammophon al que se añadió la Obertura Trágica y las Variaciones sobre un tema de Haydn. Este ciclo, para muchos, constituye el legado más importante del director y la referencia absoluta en estas obras.
Giulini y su esposa, Marcella (fallecida en 1995), tuvieron tres hijos. Falleció en Brescia, Italia a los 91 años