Irak. Hoy 1 de mayo de 2003 termina la invasión de Irak. Lucha encarnizada entre suníes y chiíes en Irak.

La Segunda Guerra del Golfo, basada en mentiras, fue un grave error. No se debió derrocar a Sadam Hussein. La invasión de Irak se inició el 20 de marzo 2003 y termino el 1 de mayo de 2003.

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01/05/2015
de 13:15 a 13:15

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La invasión americana que eliminó a Sadam conllevó la basculación del poder, que pasó a los chiíes. La confrontación sangrienta entre las dos ramas también está presente en otros escenarios como Siria.

Irak es el escenario donde se están enfrentando con sangrienta brutalidad suníes y chiíes, pero en todo Oriente Medio hay una guerra subterránea entre estas dos grandes ramas del islam por el control geoestratégico de la zona. En el fondo se trata de una guerra de dominio político, geográfico, cultural y económico entre estas dos comunidades que adquiere una virulencia especial al introducir el factor religioso. La religión sacraliza la lucha, ya que los muertos, al ser mártires, suben directamente al paraíso.

Este conflicto recuerda a las guerras de religión que ensangrentaron Europa buena parte del siglo XVII, cuando los católicos y los protestantes se enfrentaron a muerte tratando de definir el rostro del continente conforme a sus doctrinas. No es exacta la comparación, ya que las circunstancias son muy diversas, pero hay muchas analogías.

Siguiendo las noticias de los últimos meses vemos cómo se multiplican los sangrientos atentados en Irak, unas veces son los suníes quienes ponen las bombas cerca de venerables mezquitas chiíes, provocando docenas de muertos y centenares de heridos, y otras son los chiíes, que descargan sus armas en barrios y mercados suníes con los mismos devastadores efectos. Las dos comunidades están formando y entrenando milicias propias para perfeccionar el arte de matar y destruir.

Por su singular historia, Irak es la geografía ideal para este tipo de confrontación religiosa. Ahí fue donde, en el islam todavía adolescente (hacía solo 48 años que había muerto el profeta Mahoma) entro en guerra fratricida y sus descendientes de sangre se disputaban el poder con los defensores de la tradición.

En Kerbala, la ciudad sagrada situada a 70 kilómetros al sur de Bagdad, tuvo lugar la batalla en donde murió el nieto del profeta Hussein ibn Ali cuando se encaminaba hacia Kufa para tomar posesión del califato. Los omeyas le mataron de forma cruel. Con el sacrificio de Hussein se consumó la gran división del islam entre suníes y chiíes. Cada año y durante diez días los chiíes peregrinan a Kerbala y evocan ese momento histórico con grandes lamentos, gritos de cólera y con golpes de correas hasta provocarse sangre. Podíamos decir que es su semana trágica y santa.

Aproximadamente el 60% de los musulmanes iraquíes son chiíes y el 40% suníes. Sin embargo, en el proceso histórico que siguió a la independencia del país, la minoría suní se impuso a la parte mayoritaria. En el mundo musulmán hay una gran mayoría suní, frente al 15% que suponen los chiíes.

Sadam Hussein puso en marcha una dictadura apoyada en el partido laico Baaz, pero a pesar del laicismo armó todas las estructuras del poder con suníes, aplastando sin piedad las rebeliones de la clerecía chií. Para calmarlos les levantaba bellas mezquitas y con los sumisos era generoso en dádivas, pero raras veces les intoducía en los círculos de poder. Prefería para esos puestos antes que a los chiíes a personalidades de la reducida minoría cristiana, como Tariq Aziz, que fue vicepresidente y ministro de Asuntos Exteriores, la única cara agradable del régimen hacia el exterior.

Comunidades enfrentadas.
Un engranaje de episodios de naturaleza diversa acentuó los enfrentamientos entre las dos comunidades religiosas en Irak. En 1979 el imán Jomeini derribó el régimen pro americano del shah y, eliminando a la izquierda laica que le había ayudado en la toma del poder, impuso un implacable régimen teocrático articulándolo en exclusiva sobre la clerecía chií.

En el chiísmo hay una jerarquía muy vertical, al contrario que en el sunismo, que es más horizontal. Aunque la comparación no es exacta podríamos decir, para entendernos, que la organización del poder entre el clero chií es parecida a la del catolicismo y la de los suníes más cercana a la de los protestantes. Conviene decir que dentro de las dos ramas islámicas hay un verdadero mosaico de variantes, como sucede de manera especial entre los protestantes cristianos.

Sadam Hussein siguió con desagrado y desconfianza la ascensión de Jomeini al poder, pero también vio una parte positiva al creer que el poderoso ejército del shah había perdido capacidad de fuego y se le presentaba la oportunidad de integrar en Irak las dos ricas y estratégicas provincias iraníes de Shatt al Arab y Juzestán.

Con un poderoso ejército invadió las dos provincias, pero el espejismo duró poco, Jomeini reclutó milicias populares y planteó la resistencia con mandos bien preparados del antiguo ejército imperial. Durante ocho años esas tierras fueron el paisaje de la barbarie, un degolladero cruel donde murieron de uno y otro lado un millón de personas y hubo innumerables heridos. Los dos países ofrecían al visitante un dramático panorama de lisiados, gentes sin piernas, sin brazos y los más variados destrozos en otras partes del cuerpo.

La gran mayoría de los heridos iraquíes eran suníes, e incluso se habían denunciado traiciones de clérigos chiíes. Estos hechos acrecentaron los rencores entre las dos comunidades. Sadam fortaleció su implacable dictadura y Jomeini se autodenominó “guía” de una revolución islámica mundial, cuyo primer objetivo sería derribar a los regímenes musulmanes corruptos vendidos a los intereses de los Estados Unidos, empezando por Arabia Saudí y siguiendo por los emiratos del Golfo Pérsico. Fueron muchas las peripecias y las alianzas en el mapa de Oriente Próximo. Un ajedrez muy complicado. Arabia Saudí había conseguido alinear al lado de Irak al mundo suní durante la guerra, menos a la Siria de Hafez al-Assad, padre de Bachar, y a sus áreas de influencia, como el Hezbolá libanés.

El equilibrio se rompió con la invasión de Kuwait por parte de Sadam Hussein. La derrota de Sadam por la intervención de los americanos no se consumó y mantuvo el poder y la beligerancia.

La fosa entre chiíes y suníes se había agrandado. Bush organizo con maniobras y mentiras la alianza para la invasión de Irak en 2003. Es verdad que Sadam Hussein era un tirano sanguinario, pero era falso que tuviera armas químicas, como se demostró más tarde.

Las dos comunidades vieron a los estadounidenses y a sus aliados como invasores, planteándoles una dura resistencia mientras permanecieron en su territorio hasta finales del 2011. La invasión americana que eliminó a Sadam conllevó la basculación del poder, que pasó de los suníes a los chiíes. Entre 2006 y 2008 el país vivió una guerra civil religiosa, con los americanos de gendarmes impotentes, entre las dos ramas musulmanas.

Guerra civil y religiosa.

Otra vez ríos de sangre y 52.000 muertos. Parecía que las cosas se habían calmado con unos repartos de poder, pero el Gobierno del chií Nuri al-Maliki ha tomado una deriva autoritaria al asumir también los ministerios de Defensa, Interior y de los Servicios Secretos. Los atentados entre las dos ramas islámicas multiplican las carnicerías. Los jefes tribales de una parte y otra llaman a los jóvenes a apuntarse en las milicias para formar grupos eficaces de combate. Al-Maliki ampara a los chiíes. El país se encuentra en una guerra religiosa y civil abierta. No luchan por ningún dogma religioso, luchan descarnadamente por el poder. Lo más preocupante es la presencia de combatientes de Al Qaeda entre los suníes.

Al Qaeda nunca operó en Irak durante la dictadura de Sadam Hussein. Apareció con fuerza después de la invasión, sobre todo en el periodo entre 2006 y 2008. Hubo un tiempo en que para Oriente Próximo, después de las primaveras árabes, se habló de la solución islámica. Las soluciones islámicas han fracasado, tanto la chií en Irán, lo hemos comprobado en las últimas elecciones, como la suní de los Hermanos Musulmanes en Egipto.

La confrontación sangrienta entre las dos ramas musulmanas tiene su principal escenario en Irak, pero también está presente en otros, como Siria, y con variados matices en otros países de la zona. La religión nunca aporta soluciones políticas.

El Estado Islamico (ISIS) que controla parte de Irak, ha incrementado aún más el conflicto.

En la imagen Bagdad, capital de Irak.

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