En la conversión influyó la rebelión de Hermenegildo, hermano de Recaredo, que tuvo lugar al final del reinado del padre de ambos, Leovigildo. Con la conversión se puso fin a la división entre los gobernantes godos arrianos y sus súbditos hispanorromanos –y galorromanos de la Septimania- católicos. Pero con la conversión al catolicismo acabó también la relativa tolerancia religiosa que se había vivido hasta entonces en el reino visigodo de Toledo: los arrianos fueron considerados herejes y los judíos sufrieron una brutal persecución a lo largo del siglo VII.
Los reyes visigodos no trataron de imponer su fe cristiana arriana a sus súbditos hispanorromanos –y galorromanos de la Septimania-, sino que respetaron el cristianismo católico que profesaban la mayoría de ellos e interfirieron muy poco en las actividades de su Iglesia. En 506 permitieron la celebración en la Galia del Concilio de Agde y en Hispania el II Concilio de Toledo al año siguiente –"en Agde, los obispos... hicieron constar en las actas de la reunión que se habían reunido con autorización del rey Alarico y pedían a Dios por su reino y por que le fuera concedida larga vida.
En el II Concilio de Toledo daban gracias a Amalarico y pedían a Dios que el rey pudiera garantizar su libertad a lo largo de todo su reinado". Así los reyes visigodos arrianos mostraron una notable tolerancia hacia los católicos y su iglesia, lo que contrastará con la actitud "mostrada más tarde por los reyes católicos en relación con los arrianos". Sin embargo, los reyes visigodos tras el II Concilio de Toledo de 507 no permitieron que se celebraran sínodos de los obispos de todo el reino y sólo permitieron hasta el 540 la celebración de reuniones provinciales y tras esa fecha de ningún tipo. Como ha señalado E.A. Thomson, "la prohibición de los concilios constituía un arma que los reyes arrianos podían usar, y de hecho usaron, contra sus súbditos católicos".
En los años finales del reinado de Leovigildo, su hijo Hermenegildo, influido por su esposa católica y por Leandro, obispo de Sevilla, se convirtió al catolicismo lo que suponía un abierto desafío a la autoridad de su padre, el rey Leovigildo. En el invierno de 579-580 Hermenegildo se proclamó rey en Sevilla iniciándose así una rebelión en la que Hermenegildo utilizó el catolicismo como arma de propaganda al presentarse como víctima de una supuesta persecución religiosa por parte de Leovigildo , aunque los obispos católicos se mantuvieron neutrales durante el conflicto, a excepción de Leandro, obispo de Sevilla.
En poco tiempo Hermenegildo se apoderó de las provincias de la Bética y de la Lusitania, y es probable que expulsara de ellas al clero arriano y entregara sus iglesias a los católicos.
Dado que el conflicto se había planteado en términos religiosos y antes de emprender ninguna acción militar, Leovigildo se propuso alcanzar la unidad religiosa de todos sus súbditos en torno a la iglesia cristiana arriana. Esto es lo que explica que la primera acción que llevó a cabo cuando conoció la rebelión de Hermenegildo, aparte del intento fracasado de llegar a un acuerdo con él, fue convocar un sínodo de los obispos arrianos en Toledo en 580.
Allí se tomó la decisión de facilitar la conversión de los católicos a la fe cristiana arriana mediante la eliminación del requisito de volver a ser bautizados. Dos años más tarde la actitud de Leovigildo fue mucho más avanzada al intentar un acercamiento entre la doctrina católica y la arriana al afirmar que Cristo, el Hijo de Dios, era igual al Padre; pero negando aún la total divinidad del Espíritu Santo.
Leovigildo conquistó Sevilla en junio o julio del 583, aunque Hermenegildo logró escapar pero fue capturado en Córdoba en febrero del año siguiente. Hermenegildo se había refugiado en una iglesia de la ciudad y el rey envió a su hermano Recaredo para que le convenciera a que se entregase. Hermenegildo fue encarcelado y estando en la prisión de Tarragona fue asesinado en 585 por un godo llamado Sisberto, probablemente cumpliendo órdenes del rey Leovigildo –eso fue lo que afirmaron el cronista franco Gregorio de Tours y el papa Gregorio Magno- ya que no fue castigado por el rey.
Los cronistas visigodos, incluso los católicos, no consideraron a Hermenegildo como el defensor del catolicismo contra la "opresión" arriana, sino que lo presentaron como un súbdito que se rebeló contra su rey y un hijo que se enfrentó a su padre, por lo que lo calificaron de tyrannus.
Cuando Recaredo accedió al trono visigodo en abril-mayo de 586 era arriano. Al poco tiempo mandó ejecutar a Sisberto, el asesino de su hermano Hermenegildo, y en febrero de 587 se convirtió secretamente al catolicismo, siendo bautizado de nuevo.
Según el relato del papa Gregorio Magno, el rey Leovigildo al final de su reinado se habría convertido al catolicismo y en su lecho de muerte dejó encargado a Leandro, obispo de Sevilla, para que convirtiera a su hijo Recaredo, como ya había hecho con Hermenegildo. Según el papa fue el ejemplo de su hermano, que había muerto en defensa de la verdad, lo que indujo finalmente a Recaredo a convertirse. Las palabras del papa fueron recogidas por el autor de las Vidas de los Santos Padres de Mérida pero curiosamente eliminó la referencia que se hacía de Hermenegildo: Recaredo, siguiendo no el ejemplo de su impío padre, sino el de su hermano mártir, abjuró de la perversión de la herejía arriana. En lugar de su hermano mártir escribió Cristo del Señor.
Salvo esta referencia, se desconocen las razones personales que indujeron a Recaredo al cambio de fe. Lo que sí sabemos es que Recaredo convocó una reunión de los obispos arrianos en la que les propuso que se juntaran con los obispos católicos para convencerse de cuál era la verdadera fe. El debate efectivamente tuvo lugar poco después y al final del mismo Recaredo se dirigió a los obispos arrianos señalando que ningún milagro de curación había sido realizado por los arrianos –recordó que un obispo arriano en tiempos de su padre fracasó en su intento de curar a un ciego-. Finalmente celebró una tercera reunión ya sólo con los obispos católicos en la que se declaró convencido de la verdad del catolicismo y entró a formar parte de la Iglesia católica.
Consecuencias
Recaredo se ocupó inmediatamente de hacer desaparecer cualquier vestigio de la fe cristiana arriana, en lo que tuvo un enorme éxito porque, según E.A. Thompson, después de su reinado "ya no oímos hablar más del arrianismo en España". Recaredo ordenó quemar todos los libros arrianos –de hecho no se ha conservado ninguno- y desmanteló la organización eclesiástica de la Iglesia arriana. Además excluyó a los arrianos de los cargos públicos e incluso forzó la conversión al catolicismo de algunos de ellos.
Uno de los problemas que hubo que afrontar era el de los clérigos arrianos que se habían convertido al catolicismo y estaban casados. El III Concilio de Toledo decretó que todos ellos debían abandonar a sus esposas, aplicándoseles la misma regla que a los católicos que habían sido ordenados después del matrimonio. Que el problema persistió lo demuestra que en el concilio provincial de la Tarraconense celebrado en Zaragoza en 592 se volvió a reiterar la norma.
Según el historiador Raúl González Salinero, con la conversión al catolicismo surge una verdadera societas fidelium Christi, es decir, "un cuerpo unitario de súbditos vinculados por una fe común". Así lo expresó el propio Recaredo cuando dijo que su objetivo era favorecer a la Iglesia de Dios que al mismo tiempo revistió la diversidad de los hombres y las naciones con la sola túnica de la inmortalidad, manteniéndolos unidos a sí con los lazos de una única religión sagrada". De esta forma la Iglesia católica y su doctrina se convirtieron en la fuente de legitimación de la monarquía visigoda, fundamentada en la unidad del regnum por la fe y en la fe católica.
En la imagen "Conversión de Recaredo" de Muñoz Degrain (1888)
La conversión al catolicismo de Recaredo se produjo en el 587 y tras él la nobleza goda del reino visigodo de Toledo también abjuró de su fe cristiana arriana anterior. La formalización de la conversión se produjo durante el III Concilio de Toledo celebrado en el 589.