Pardo Bazán. Hoy 12 de mayo de 1921 fallece la novelista Emilia Pardo Bazán. Fue amante durante veinte años de Benito Pérez Galdós

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12/05/2015
de 03:10 a 03:10

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Emilia Pardo Bazán (La Coruña, 16 de septiembre de 1851 - Madrid, 12 de mayo de 1921) fue una novelista, periodista, ensayista, crítica literaria, poeta, dramaturga, traductora, editora, catedrática y conferenciante española introductora del naturalismo en España.

Biografía

Infancia y educación
Emilia Pardo Bazán era hija de una familia gallega noble y muy pudiente de España: el conde pontificio de Pardo-Bazán, José María Pardo-Bazán y Mosquera, título que Alfonso XIII le concedió a ella en 1908, y Amalia María de la Rúa-Figueroa y Somoza. Su padre le proporcionó la mejor educación posible, fomentando su amor por la literatura.

Además de la residencia de la calle Tabernas, la familia poseía otras dos casas, una cerca de Sangenjo, y la otra en las afueras de La Coruña, el Pazo de Meirás. A la edad de nueve años ya empezaba a mostrar un gran interés por la escritura. En la biblioteca paterna encontró acceso a una gran variedad de lecturas; declaró que sus libros preferidos entonces fueron Don Quijote de la Mancha, la Biblia y la Ilíada. En la casa de La Coruña leyó además La conquista de México de Antonio de Solís y las Vidas paralelas de Plutarco. Los libros sobre la Revolución francesa la fascinaban. Cuando la familia iba a Madrid durante los inviernos, Emilia asistía a un colegio francés protegido por la Real Casa, donde fue introducida en la obra literaria de La Fontaine y Jean Racine —lo que le será muy útil en sus frecuentes viajes a Francia para conectar con la literatura europea y conocer y tratar a muchos autores importantes, como Victor Hugo—.

A los doce años la familia decide quedarse en La Coruña durante los inviernos y allí estudia Emilia con instructores privados. Se sale del ritual de la educación femenina al negarse a tocar el piano y a tomar clases de música. Dedica todo el tiempo posible a su verdadera pasión, la lectura.

Inicios como escritora.

En 1868 tras contraer matrimonio con José Quiroga Pérez Deza, se estableció en Madrid. Los padres de ella se le unieron cuando José Pardo fue nombrado diputado, pero éste se desilusionó pronto de la política y en 1872 toda la familia se marchó a Francia. Viajaron por Europa (Inglaterra, Italia, Alemania) y Emilia aprendió además inglés y alemán. Publica las crónicas de este viaje en el diario El Imparcial —recogidas después en uno de sus libros de viajes, Por la Europa católica (1901)—, y en ellas denuncia la necesidad de la europeización de España y recomienda viajar al menos una vez al año como medio para educarse.

Asidua lectora de los clásicos españoles, se interesó también por las novedades literarias extranjeras y se dio a conocer como escritora con un Estudio crítico de las obras del padre Feijoo (1876), con el que ganó un premio, compitiendo en este certamen con Concepción Arenal. Por aquella época, la autora considera al padre Feijoo su ideal literario, posiblemente por su feminismo avant la lettre. Este mismo año nace su primer hijo, a quien le dedicará un libro de poemas titulado Jaime, publicado por Francisco Giner de los Ríos.

En 1879, coincidiendo también con el nacimiento de su primera hija, Blanca, publicó su primera novela, Pascual López, autobiografía ficticia de un estudiante de medicina que se halla influida por la lectura de Pedro Antonio de Alarcón y de Juan Valera, y todavía al margen de la orientación que su narrativa tomaría en la década siguiente.

El éxito de la novela le lleva a seguir por ese camino, publicando en 1881 Un viaje de novios, una obra curiosamente híbrida, en la que elementos puramente realistas se mezclan con otros propios de la novela de tesis —en este caso, la imprudencia de un matrimonio de conveniencia— y con profusas descripciones de paisajes y personajes, que toma de Balzac y Daudet, y que ya anuncian su próximo interés en el Naturalismo.

La cuestión palpitante y el Naturalismo

En 1882 comenzó, en la revista La Época, la publicación de una serie de artículos sobre Émile Zola y la novela experimental, reunidos posteriormente en el volumen La cuestión palpitante (1883), que la acreditaron como uno de los principales impulsores del naturalismo en España. El revuelo que provoca es extraordinario y se ataca la obra como manifiesto en favor de la pornografía francesa y la literatura atea, con más gravedad puesto que la autora es una mujer, esposa y madre. Su marido, horrorizado por la situación, le exigió que cesara de escribir y que se retractase públicamente de sus escritos; no lo hizo, sino que decidió separarse de él un año más tarde, en 1884.

En este año publicó La dama joven, que trata precisamente sobre crisis matrimoniales. Benito Pérez Galdós, por entonces cercano también al Naturalismo, inicia una relación amorosa con ella que durará más de veinte años. Ella le engaña sin embargo con amoríos fulminantes con jóvenes como Lázaro Galdiano y Narcís Oller, haciéndose perdonar.

En cuanto al Naturalismo practicado por Pardo Bazán, como el de Galdós, frente a los principios ideológicos y literarios de Zola, acentuaba la conexión de la escuela francesa con la tradición realista española y europea, lo que le permitía acercarse a un ideario más conservador y católico en lo que respecta a ella, que nunca abandonó el catolicismo, por más que admitiera las bases ideológicas del determinismo social y darwinista. El método naturalista culmina en Los pazos de Ulloa (1886-1887), su obra maestra, patética pintura de la decadencia del mundo rural gallego y de la aristocracia, y su continuación La madre naturaleza (1887), fabulación naturalista que, al contrario que en José María de Pereda, demuestra que los instintos conducen al pecado.

Madurez literaria

La separación amistosa de su marido le permite a Pardo Bazán seguir con libertad sus intereses literarios e intelectuales sin obstáculos. Se preocupa ya no sólo de polémicas literarias, sino de intervenir en el periodismo político y de luchar incansablemente por la emancipación social e intelectual de la mujer.

Publica ensayos como La revolución y la novela en Rusia (1887) o La mujer española (1890) y sus conferencias en instituciones de renombre tienen tanto éxito que es invitada a repetirlas. Tal popularidad le granjea muchas enemistades entre los escritores de su tiempo, que ven invadido un sector tradicionalmente reservado a los hombres por una mujer más competente que muchos de ellos. Esto le lleva a decir: "Si en mi tarjeta pusiera Emilio, en lugar de Emilia, qué distinta habría sido mi vida...".

En 1888 visitó en Venecia al pretendiente carlista al trono de España; los artículos que escribió al respecto contribuyen a la escisión del Carlismo.

Coincidiendo con la muerte en 1890 de su padre, su obra evolucionó hacia un mayor simbolismo y espiritualismo, patente en Una cristiana (1890), La prueba (1890), La piedra angular (1891), La quimera (1905), La sirena negra (1908) y Dulce dueño (1911). Esta misma evolución se observa en sus más de quinientos cuentos y relatos, recogidos en Cuentos de la tierra (1888), Cuentos escogidos (1891), Cuentos de Marineda (1892), Cuentos sacro-profanos (1899), entre otros. Doña Emilia aprovechó la herencia paterna para crear una revista escrita por ella sola, El Nuevo Teatro Crítico, nombre que recuerda la obra de Benito Jerónimo Feijoo.

En Una Cristiana y La Prueba, de 1890, parece trabar polémica a través de la ficción con algunos de sus detractores morales, como el Padre Coloma, Menéndez Pelayo y Pereda. La diferencia de edad entre enamorados, el cruce de afectos o deberes familiares y el remordimiento religioso prueban en ambas novelas que Doña Emilia tenía más en cuenta la opinión de lo que aparentaba. Adán y Eva, que agrupa las novelas Doña Milagros (1894) y Memorias de un solterón (1896), parece la justificación del romance con Galdós. Pero en La Quimera (1905) vuelve al aguafuerte para retratar el Madrid polvoriento y bizcochable.

Activismo por los derechos de la mujer
Funda y dirige en 1892 la publicación La Biblioteca de la mujer. Asiste a congresos como el Congreso Pedagógico, en donde denuncia la desigualdad educativa entre el hombre y la mujer. Aún consciente del sexismo dentro de los círculos intelectuales, propone a Concepción Arenal a la Real Academia de la Lengua, pero es rechazada; tampoco aceptaría ésta a Gertrudis Gómez de Avellaneda ni a ella (fue rechazada tres veces, en 1889, en 1892 y en 1912), por más que en 1906 llegó a ser la primera mujer en presidir la Sección de literatura del Ateneo de Madrid y la primera en ocupar una cátedra de literaturas neolatinas en la Universidad Central de Madrid (en 1916).

La rica obra de Emilia Pardo Bazán incluye también los libros de viajes (Por Francia y por Alemania, 1889; Por la España pintoresca, 1895) y las biografías (San Francisco de Asís, 1882; Hernán Cortés, 1914).

A la izquierda, Emilia Pardo Bazán, a la derecha, Pérez Galdós

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