Dora Maar, la más intelectual de todas las amantes de Picasso. Hoy 22 de noviembre de 1907 nace Dora Maar.

Nació el 22 de noviembre de 1907 y murió el 16 de julio de 1997.

Detalles del evento

Cuándo

22/11/2016
de 12:55 a 12:55

Agregar evento al calendario

Theodora Markovitch, más conocida como Dora Maar (Tours, Francia, 22 de noviembre de 1907 - París, Francia, 16 de julio de 1997), fue una artista plástica, pintora, fotógrafa y escultora francesa.

Biografía de Dora Maar.

Infancia y su adolescencia.

Nació en París el 22 de noviembre de 1907. En la partida de nacimiento consta con el nombre de Henriette Markovitch. Theodora sería una elección posterior pero no figura en ningún documento. Su padre, Joseph Markovitch (Marković), era un arquitecto croata que hizo distintos proyectos en Sudamérica, y su madre, Julie Voisin, era una violinista francesa, originaria de Tours.

La madre de Dora se nacionalizó croata para casarse con Joseph y más tarde recuperó su nacionalidad francesa. En su matrimonio se celebraron dos ceremonias, una en Zagreb y otra al lado de Rijeka. Seguramente se conocieron en esta última ciudad. Padre e hija acostumbraban a salir a comer juntos por el barrio de Saint Germain-des-Prés durante los años 1940 y 1950. En la familia se hablaba francés y español. Fueron muy cosmopolitas y las fotografías de su juventud muestran a Dora desde paisajes de los Alpes hasta zonas tropicales. Dora creció en Argentina.

Su familia se opuso fervientemente a su relación con Picasso. Un día, Julie, discutía violentamente con Dora por teléfono, cuando de pronto la voz de la primera se cortó. Había muerto. Fue durante la ocupación de Francia por los Nazis y era de noche, después del toque de queda. A la mañana siguiente, Dora la halló muerta con el teléfono en una mano.

En casi un millar de fotografías, tan sólo hay dos en las que sonríe. Dora era una persona callada, orgullosa, muy inteligente y de una ironía fina a veces teñida de cierta maldad. Le gustaba disfrazarse de siglos anteriores. Ése es un aspecto de ella que aparece en muchos otros collages.

Se emancipó con prontitud y se convirtió a la vez en un símbolo para la alta sociedad parisina.

La joven fotógrafa

Dora Maar debió pintar sobre los años 1950. Estudió en la Academie Lothe donde conoció a Henri Cartier-Bresson un año más joven que ella y que aún no se había convertido en uno de los mejores fotógrafos. Fue en 1949 cuando éste la definió como una fotógrafa notable en que sus obras poseían un halo misterioso y espantoso; también admiraba sus pinturas. Cartier-Bresson creía que la fotografía es un oficio de solitarios, esa creencia podría aplicarse muy bien a Dora.

En ese entonces la fotografía no estaba tan bien considerada como ahora. Así pues, los fotógrafos solían ser también pintores. Picasso ironizaba sobre la actividad fotográfica de Dora. Ésta no estaba del todo satisfecha con la enseñanza de la Academie Lothe. Así que, más tarde, siguiendo el consejo de Marcel Zahar siguió sus estudios de fotografía matriculándose en “L’École de Photographie de la Ville de Paris”. Para poder revelar sus fotografías ella daba clases a Pierre Kéfer, a cambio él le dejaba usar el taller. Algunas fotografías llevan el tampón Kéfer-Dora a pesar de que las últimas están hechas únicamente por ella.

La formación de Dora pasa principalmente por la búsqueda de mentores. El único consejo que dio Man Ray a Dora fue “el efecto desenfocado”. Fue entonces cuando conoció a Brassaï con quien mantendría una larga amistad. Dora fotografió el proceso de composición del Guernica. Sougez aconseja a Dora tanto a nivel técnico como personal. Ellos publicarán varias obras conjuntas. A través de su padre, consiguió tener un estudio propio. En éste creó sus famosos fotocollages. Ella dijo que no distinguía entre encargo y creación. Trabajó también como actriz en la película “Les gens de voyage de Jaques Feyder”.

Surrealismo

Era amiga íntima de André, Jaques Breton, Paul Éluard y Nusch Éluard. Con George Hugnet tuvo una breve historia amorosa. André le escribe pidiéndole que recoja los dibujos y objetos realizados por los locos del asilo de Sainte-Anne, donde más tarde ella misma sería ingresada. Dora se sentía atraída por la muerte. Maar experimentaba con los objetos desproporcionados como un recurso que desestabilizaba nuestra realidad.

La fotografía de Dora en este nuevo aspecto era más bien clásica siguiendo el estilo refinado de Meerson. Trabajó un tiempo de exposición más largo para intensificar los negros. El recurso de la sobre-exposición es sumamente efectivo en “Les années vous guettent”, donde una telaraña cubre amenazadoramente el rostro de Nusch Éluard. Publicó únicamente dos fotografías de mujeres desnudas.

Picasso fue a una cafetería a tomar algo y se fijó en Dora por su extravagante juego en el que a veces erraba cortándose la mano y sus guantes negros se teñían de rojo. Dora fue activista de los derechos humanos.

El desamor
Françoise apareció en la vida de Picasso cuando éste se aburría con Dora Maar y en unos momentos en los que la consideraba excesivamente desequilibrada y testaruda.

En 1945 a Picasso ya no le interesaba Dora y ella empezó a mostrar un comportamiento extraño y paranoico: un día comentó a Picasso que le habían robado a su perrito y lo encontraron andando por los muelles; en otra ocasión dijo que le habían robado la bicicleta y más tarde la encontraron intacta; una vez la encontraron desnuda en las escaleras de su casa para consternación de un séquito nupcial; tuvo un ataque histérico en un cine.

Fue psicoanalizada por Jacques Lacan. Posteriormente, ingresó en el hospital de Sainte-Anne. Le aplicaron electroshock y fue Paul Éluard quien dijo a Picasso que la sacara de allí. Paul Éluard que era el mejor amigo de Dora en ese entonces, acusó a Picasso de hacerla sufrir demasiado.

Retiro y muerte
John Russell admiraba la valentía de Dora en su decisión de encerrarse en su estudio durante muchos años para investigar lo más profundo de su propio ser. Un día Dora no quería enseñar unos dibujos de su órgano sexual y Picasso le ordenó que los dejara ver.

Maar murió en 1997 y en su testamento dejó todos sus bienes a su padre y a un monje. Sus bienes se componían de 130 Picassos y la mayoría de sus fotografías. Ella había vendido algún Picasso cuando se había sentido en apuros económicos pero siempre con el permiso de éste. El apartamento en el que se recluyó era un fiel reflejo de su compleja personalidad.

Dora Maar, la musa doliente.

Un libro reconstruye la enigmática figura de la fotógrafa y pintora, más allá de su relación con Picasso

ÁNGELES GARCÍA Madrid 8 SEP 2013 - EL PAIS.

Cuando Pablo Picasso y Dora Maar se conocieron, ella tenía 29 años y él 55. Fue en París en el mítico café Deux Magots en 1936, poco antes del comienzo de la guerra civil española. Ella arrastraba una tormentosa relación con el filósofo Georges Bataille y con el actor Louis Chavance. Él, ya un dios indiscutido en todo el mundo del arte, seguía casado con la rusa Olga Khokhlova, madre de su hijo Paulo, y compartía casa con la sueca Marie-Thérèse Walter, madre de Maya. La pasión amorosa entre ambos estalló con tal furia que parecía que nada de lo que ocurría a su alrededor importaba. Como a sus anteriores (y posteriores) mujeres, Picasso la retrató decenas de veces. Era su modelo y su musa. Hasta que, en 1943, todo acabó. Él la sustituyó por Françoise Gilot mientras que Dora inició un descenso a los infiernos en una dolorosa caída durante la que recaló en hospitales psiquiátricos, con aplicación de electroschocks incluida, hasta terminar refugiada en la religión en su apartamento parisino, alejada y apartada de un mundo en el que durante unos años había sido una de sus reinas imprescindibles. Murió en 1997 completamente sola, a los 89 años

Aunque su personaje ha servido de inspiración literaria en varias ocasiones y algunos historiadores del arte se han aproximado a su vida, pocas certezas se tienen de ella al margen del tiempo durante el que estuvo vinculada al artista malagueño. La leyenda en torno a su persona ha ido creciendo con el tiempo hasta adueñarse de la realidad. Los enigmas son muchos y atañen a sus orígenes, a su valía como fotógrafa y pintora, a su peso dentro del Surrealismo, a su actitud política durante la guerra civil española y la Segunda Guerra mundial, a su locura. Victoria Combalía (Barcelona, 1952), historiadora y crítica, ha dedicado veinte años a desentrañar los muchos misterios que rodean la vida de la musa más desesperada de Picasso. El resultado de este trabajo es la biografía titulada sencillamente Dora Maar (Circe) en la que a lo largo de 358 páginas vuelca los descubrimientos obtenidos en más de 2000 documentos inéditos y las numerosas entrevistas telefónicas que Combalía mantuvo con Maar en 1994.

Dueña de unos deslumbrantes ojos claros cuyo color definía la luz del día, Dora Maar era una mujer de presencia imponente y porte elegante. Nacida en París en 1907 como Henriette Markovitch, era hija de un arquitecto croata y una madre francesa dedicada a la familia. La posición económica era elevada debido a los años durante los que el padre construyó numerosos edificios en Argentina. En ese tiempo, Dora aprendió español, una ventaja para su aproximación a Picasso.

Publicidad
Maar tuvo una gran preparación intelectual y artística, primero en la pintura y luego en la fotografía, por la que, desde muy joven, formó parte de los círculos más vanguardistas del París de los años 20 y 30. Combalía advierte en su libro que Dora Maar no es una de las muchas modelos que se acercan a Picasso para acabar siendo devoradas sexualmente por el artista. La investigadora mantiene que junto a la pasión enloquecida que ambos vivieron, hubo un entendimiento intelectual que Picasso no alcanzó con ninguna de sus muchas otras amantes.

A finales de los años 20, Maar formaba parte del círculo de los surrealistas. Era amiga y colega de Brassaï y de Cartier Bresson. Sus fotografías de personajes de perdedores y excluidos de la sociedad eran aplaudidas y valoradas entre los expertos.

Amante del mundo de la alta costura, se movía como pez en el agua en los ambientes de la alta burguesía y entre las mesas de los cafés que frecuentaban los artistas de toda índole. Ideológicamente simpatizaba con los partidos políticos de izquierda, aunque, a diferencia de Picasso, no llegó a militar en ninguno de ellos.

Su manera de entender la fotografía y su popularidad entre los surrealistas le sirvieron a Dora para entrar en la vida de Picasso. Muy segura de sí misma en aquellos años, Dora Maar llamó la atención del artista con una curiosa anécdota que Combalía cuenta en el libro y que también da pistas sobre el carácter masoquista de Dora. Ocurrió en el café Les Deux Magots. Ella se puso a jugar con una navajita que habitualmente llevaba en el bolso. Haciendo saltar la hoja entre los dedos, no detuvo el juego pese a que la sangre chorreaba por su mano. Picasso quedó hipnotizado y le pidió sus guantes moteados de sangre.

Con los guantes, Dora le entregó su vida.

Dedicada en cuerpo y alma a Picasso, Dora documenta con su cámara la compleja realización del mural más famoso del mundo: el Guernica. Su objetivo detalla la metamorfosis de los personajes que ocupan la tela, un trabajo por el que nunca llegó a cobrar nada, ni siquiera los derechos de reproducción que tan bien le hubieran venido en sus difíciles años posteriores.

Ambos comparten amistades, veranos, viajes, trabajo y vida. Y especialmente sexo, algo en lo que Picasso parecía ser tan insuperable como en su pintura.

Pero mientras que para ella no había más mundo, él seguía viendo a otras mujeres. A sus anteriores amantes y a las nuevas. Y la bellísima y deslumbrante Dora pasó a ser la mujer desencajada, rota y llorosa que acabó ingresada en un psiquiátrico.

En 1943 Picasso se enamoró de Françoise Gilot y para Dora se acabó el mundo. La musa divina se convirtió en una loca a la que muchos fueron abandonando. Su amigo Paul Eluard fue una de las pocas excepciones entre los que mantuvieron su amistad hasta el final.

Con el paso de los años, Dora Maar volvió a la pintura pero muy esporádicamente a la fotografía. No se le volvió a conocer ninguna relación amorosa. Para sorpresa de muchos, abrazó el catolicismo con una intensidad que ya nunca abandonaría. Después de Picasso, solo Dios.

archivado en:

Si lo desea, elija otra fecha: