El Retablo de Maese Pedro es una obra musical para títeres de Manuel de Falla, con libreto inspirado en un episodio del Quijote. La obra fue compuesta para ser interpretada en los conciertos y representaciones privadas que ofrecía en París la Princesa de Polignac a quien está dedicada, compartiendo dedicatoria junto a Miguel de Cervantes por el autor, Manuel de Falla.
Personajes
Personaje Tesitura Reparto el 25 de junio de 1923
Director: Vladimir Golschmann
Don Quijote barítono Hector Dufranne
Maese Pedro tenor
Trujamán Niño soprano
Sancho Panza mimo
El ventero mimo
El estudiante mimo
El paje mimo
El hombre de las lanzas y alabardas
Figuras del retablo
Carlo Magno
Don Gayferos
Don Roldán
Melisendra
El rey Marsilio
El moro enamorado
La obra
Se recogen en esta obra los capítulos XXV y XXVI de la segunda parte de Don Quijote de la Mancha de Miguel de Cervantes, en que aparece el retablo del titiritero Maese Pedro y donde se cuenta la historia de Melisendra, esposa de don Gaiferos, a quien tenía cautiva el rey Moro Marsilio, más la liberación por parte de su marido de esta dama con el final de la persecución por parte de los moros. Llegado este lance, don Quijote destruye el teatro y los muñecos, con el fin, según él, de salvar a los fugitivos, acto que es presenciado y soportado con gran asombro y desesperación por parte de Maese Pedro y los espectadores.
La estructura de la obra es de un acto con la participación de tres cantantes y marionetas. El único acto se divide en ocho fragmentos que se van desarrollando sin interrupción:
Pregón
Sinfonía de Maese Pedro
Corte de Carlomagno
Melisendra
Los Pirineos
La Fuga
La Persecución
Final
Representaciones
Se estrenó en versión de concierto en Sevilla en marzo de 1923.
El 25 de junio de 1923 se representó en forma escénica en el ya citado palacio de la princesa de Polignac en París.
El 21 de agosto de 1926 se llevó la obra a Buenos Aires, en versión de concierto, en el Teatro Politeama. Por aquella época, Falla tenía su residencia en Argentina, en Alta Gracia (provincia de Córdoba); allí murió.
También en Argentina, en el Teatro Colón de Buenos Aires, se representó la obra en las temporadas de 1931, 1932, 1939, representaciones que dirigió el propio autor.
Manuel de Falla contaba que de pequeño jugaba a representar con marionetas aventuras de Don Quijote para su hermana menor. Este era un personaje querido y familiar para el niño gaditano, antes de convertirse en el célebre compositor español. Por eso, cuando la princesa de Polignac le encargó en 1918 escribir una obra breve para orquesta de cámara, Falla le propuso el Capítulo XXVI de la Segunda Parte de la novela cervantina como argumento de su ópera, y sugirió además montarla con títeres, pues ese capítulo narra "la graciosa historia del titerero".
La acción tiene lugar en una venta manchega donde Maese Pedro y su ayudante, el joven Trujamán, ofrecen una función de títeres para los huéspedes. Entre los espectadores se encuentran Don Quijote y Sancho Panza. Los títeres representan "el retablo de la libertad de Melisendra", un romance medieval que cuenta cómo Don Gayferos rescata a su esposa Melisendra, prisionera por los moros en la ciudad de Sansueña (antigua Zaragoza). Don Quijote, al observar la escena, metido de lleno en la acción y queriendo hacer justicia, desenvaina su espada cuando los amantes huyen y son perseguidos por los moros. Pero los gestos del valeroso hidalgo sólo consiguen destrozar el teatrino y los muñecos del titerero.
Para el estreno de 'El retablo de maese Pedro' en París en 1923, y luego en Sevilla en 1925, Manuel de Falla contó con diferentes colaboradores, entre ellos su amigo Hermenegildo Lanz. Este artista quería y admiraba profundamente a don Manuel, y guardaba con celo todo lo relacionado con él. Así, conservó desde la partitura y las cartas con los consejos de Falla, hasta las plantillas con las que confeccionó las figuras, los bocetos de los mecanismos de los muñecos, o la lista de materiales que necesitó para construir el teatrino y las marionetas.
De Cervantes toma Lanz el recurso del teatro dentro del teatro, el juego entre niveles de realidad, de universos confundidos. El autor de El ingenioso hidalgo Don Quijote de La Mancha creó el personaje Cide Hamete Benengeli, quien –según la ficción literaria– creó gran parte de la historia de Alonso Quijano, el célebre hidalgo manchego que –apasionado por las novelas de caballería– creó a Don Quijote de La Mancha, quien a su vez creó el personaje de Dulcinea, dama a quien dedicarle sus honores. La ficción y la realidad en la obra de Cervantes están constantemente confundidas, distorsionadas por la imaginación de Don Quijote, y esta idea es el pilar del espectáculo de Enrique Lanz. Su puesta en escena teje un continuo juego de capas de realidad, de sorpresas visuales, de trampantojos, de ilusiones de verosimilitud trocadas.
Para su partitura Manuel de Falla emuló la mezcla de estilos literarios que utilizó Cervantes, y compuso su ópera a partir de músicas de diferentes épocas y estilos, combinando notas antiguas, folclóricas, litúrgicas o de vanguardia.