Mendelssohn y Mahler son los grandes compositores judíos de la historia.
Mendelssohn es el primer compositor en utilizar el Amen de Dresde que hizo famoso Wagner en "Parsifal". Bruckner también lo utilzó en la "Novena".
El Amen de Dresde es conocido por ser el Tema del Grial, como mis queridos amigos Wagnerianos saben perfectamente, pero no pertenece al Parsifal, de 1882, sino al primer movimiento de la Sinfonía No 5 “La reforma” de Mendelssohn, de 1830.
Aunque tampoco es obra suya: Se trata del Amén de Dresde, una secuencia de seis acordes cantada en las ceremonias religiosas de Sajonia desde que el compositor alemán Johann Gottlieb Naumann (1741-1801) la escribiera para la Capilla Real de Dresde, ciudad de la que toma el nombre.
Tres veces lo utiliza Mendessohn en el Andante – Allegro con fuoco de su Quinta sinfonía
Entre 1842 y 1849, Wagner fue Kapellmeister en Dresde, donde sin duda tuvo que oír repetidas veces el Amen de Naumann, pero, o lo descubrió en Mendelssohn, o, mucho más probable, lo había escuchado ya de joven en las iglesias de Leipzig o de Dresde. Y lo cierto es que ya lo empleó en 1834, en el Salve Regina del primer acto de su ópera Das Liebesverbot (La prohibición de amar), especialmente nítido en la introducción orquestal.
El tema también aparece en Tannhauser (1845), en el clímax del Preludio del tercer acto y en el Inbrunst im Herzen, cuando Tannhauser nombra al Papa al contar su viaje a Roma.
Pero el Amén de Dresde ha sido usado más veces. Seguramente pensando en el Parsifal que tanto le impresionó, Bruckner lo hizo en el Adagio de su Novena sinfonía, introduciéndolo tímidamente al poco de empezar para repetirlo y desarrollarlo luego en la parte central. Y también se escucha en los compases finales.
Mientras trabajaba en esa última sinfonía, Bruckner escribió la que sería también su última obra religiosa, el precioso motete Vexilla regis, en el que aparece tres veces la secuencia, acompañando la palabra con que finaliza el primer verso de cada estrofa. Se oye por lo tanto nada más empezar, pero merece muchísimo la pena escuchar completo este sobrecogedor motete.
Mahler empleó el Amen de Dresde en el cuarto movimiento de su Titán, con una variación rítmica que no lo hace fácilmente reconocible y también en el último movimiento de la Resurrección, en el que se escucha al apagarse su tempestuoso arranque.
Más información sobre Mendelssohn en otros post de hoy.
En la imagen la ópera de Dresde, el teatro de ópera más bello del mundo.
