Después de la Segunda guerra Mundial, Alemania fue dividida por cuatro potencias: por un lado, la Unión Soviética ocupó la zona este del país, creando la República Democrática Alemana (RDA) o Alemania Oriental, caraacterizada por una política socialista, y Estados Unidos, Francia y Reino Unido ocuparon la zona oeste, formando la República Federal de Alemania (RFA) o Alemania Occidental, con una política de corte capitalista.
Entre 1948 y 1961, Alemania Occidental prosperó con la ayuda de Estados Unidos, tras la firma del Plan Marshall, lo que generó un conflicto entre las dos Alemanias. Alemania Oriental sometió a Berlín occidental a un bloqueo, pero Estados Unidos lo rompió mediante un puente aéreo masivo. La construcción del Muro de Berlín en 1961 se hizo entonces necesaria para contener a los refugiados de la Alemania del Este que huían al Oeste.
A finales de 1960 las dos partes divididas de Alemania llegaron al reconocimiento mutuo y pasada la Guerra Fría desapareció la causa que motivó la división.
El 10 de Febrero de 1990, el líder soviético Gorbachov reconoció el derecho de los alemanes de vivir en un solo Estado, y día más tarde, en la Conferencia 2+4, los representantes de las dos Alemanias y las cuatro potencias vencedoras de la Segunda Guerra Mundial – Estados Unidos, Francia, Gran Bretaña y la Unión Soviética- renunciaron a sus derechos sobre los dos países, devolviendo a Alemania su plena soberanía, a condición de que el nuevo Estado se comprometiese a no mantener arsenales nucleares, biológicos o químicos, limitar su ejército a un máximo de 370 000 soldados y la tolerancia de tropas soviéticas en el territorio de la República Democrática Alemana hasta el año 1994.
El 3 de Octubre de 1990 se firmó finalmente el Tratado de Unificación. El nuevo Estado alemán adoptó la estructura de República Federal de Alemania y Berlín recuperó su condición de capital en el nuevo Estado unificado.
En sus primeros pasos, la reunificación alemana generó una gran inflación y un periodo de lento crecimiento económico, agravado por las dificultades para dar a los alemanes del Este el mismo nivel de vida y el mismo poder adquisitivo que los occidentales poseían.
En diciembre de 1990 se celebraron las primeras elecciones del país unificado, en las que ganaría el partido conservador CDU de Helmut Kohl. Kohl hubo de enfrentarse a graves problemas debido a que la deuda no dejaba de aumentar, así como el desempleo, y los grupos neonazis rebrotaron con fuerza contra el Gobierno.
Kohl abogó por reforzar el débil aparato económico del Este Alemania, introduciendo las reglas del mercado libre y en especial gracia a una fuerte aportación de capital y una gran cantidad de inversiones. Con su derrota electoral en las segundas elecciones de la Alemania unificada parecía que su proyecto había fracasado, pero la reunificación se descubrió como un paso necesario para la integración europea. Durante su Administración, Kohl impulsó la marcha de la Comunidad Europea hacia la unión política y monetaria de Europa , que se concretó en la Unión Europea instituida en 1993 cuando entró en vigor el Tratado de Maastricht.
En la actualidad, Alemania se ha convertido en el motor económico y político de Europa y ejerce una enorme influencia en los órganos de gobierno y decisión de la Unión Europea.
Los firmantes del acta de defunción de las dos Alemanias fueron el democristiano Helmut Kohl, de la RFA, y Lothar de Maizière, de la RDA.