El motín de Aranjuez fue un levantamiento de carácter popular respaldado por el príncipe de Asturias, el futuro Fernando VII, entre el 17 y el 19 de marzo de 1808. Provocado por la complicada situación que atravesaba España, consecuencia de las guerras europeas y crisis del absolutismo, estuvo dirigido fundamentalmente contra Manuel Godoy, favorito de los reyes y auténtico dueño de la situación política.
Las alianzas que Godoy venía estableciendo con Inglaterra y con la Francia revolucionaria y napoleónica, a raíz de los Tratados de San ildelfonso (1976 y 1800), habían tenido consecuencias desastrosas para el país. La guerra de la Convención le costó a España posesiones coloniales en la Isla de Santo Domingo, y su posterior Alianza con Francia tuvo peores resultados,
especialmente tras la batalla de Trafalgar (1805).
Fernando VII despreciaba a Godoy por su gestión diplomática y los resultados de su política, pero también porque controlaba a su padre y a la corte, y quizá por su relación con su madre, aunque puede que esta nunca existiera.
Mediante el Tratado de Fontaineblau (1807) España autorizaba el paso de un ejército francés a través de territorio español hacia Portugal, país que se negaba a aceptar el embargo a Gran Bretaña. Además, se contemplaba el reparto de Portugal entre los franceses y Godoy.
Las tropas napoleónicas empezaron a ocupar plazas sin siquiera luchar –Pamplona, Barcelona, Burgos…- y en 1808 la situación era tan crítica que la familia real, temiendo las intenciones de los franceses, se retiró al palacio real de Aranjuez, con la intención de marchar hacia Sevilla, puerto en el que embarcarían hasta América, tal y como había hecho el rey portugués Juan VI, que había establecido su corte en Brasil.
El 15 de marzo gran parte de las tropas de Madrid se movilizaron para escoltar la comitiva regia, lo que provocó la reacción de los partidarios de Fernando VII, reacios al exilio de Carlos IV, que instigaron revueltas corriendo la voz de la huida de los reyes. En la noche del 17 al 18 de marzo, grupos de revoltosos armados con palos, azadas y teas atacaron la casa de Godoy, que se había escondido, y la saquearon.
Carlos IV, temeroso de su propia vida ante la turba descontrolada, desposeyó a Godoy de todos sus poderes y asumió el mando del ejército y de la marina ante las Cortes y los ministros, competencias que ejercía Godoy hasta entonces.
Ante la amenaza de linchamiento de Godoy, Fernando VII medió ante el populacho logrando salvar al valido, y el rey, completamente desprestigiado, abdicó en él como última opción para superar la crisis.
El 23 de marzo los franceses entraron en Madrid, y Murat se encargó de declarar nula la abdicación de Carlos IV, lo que motivarán más adelante la mediación de Napoleón en el enfrentamiento entre padre e hijo y las abdicaciones de Bayona, en abril.
Manuel Godoy salió de España en 1812 y se estableció primero en Italia y más tarde en París.
Se ha escrito mucha literatura acerca de la supuesta relación sentimental entre la reina María Luisa de Parma y Godoy, si bien las fuentes históricas no se halla una prueba evidente de ello.
En la imagen "Retrato de Manuel Godoy" , lienzo del pintor español Francisco de Goya, realizado en 1801 y conservado actualmente en la Real Academia de Bellas Artes de San Fernando.