El término fauvismo deriva de la palabra francesa fauves, « fieras », que el crítico Louis Vauxcelles usó por primera vez el 18 de octubre de 1905 en un artículo de la revista Gil Blas, después de haber vistado el Salón de Otoño de aquel mismo año.
El contraste que en la sala número VII del Salón producía la presencia de un busto de marcado estilo clásico realizado por Albert Marquet, al que rodeaban las exuberantes y coloristas pinturas de Henri Matisse, André Derain, Maurice Vlamick y George Roualt, provocó en el crítico francés la impresión de que habían colocado a « Donatello entre las fierras ». Al año suigiente se le volvería a aplicar este calificativo a la sala donde fueron expuestas las obras de Braque, Camoin, Dufy, Friesz, Manguin, Marinot, Valvat, Marquet, Vlaminck y Matisse. Como en el caso de otros movimientos artísticos del siglo XX, la crítica acuñó un término peyorativo que al público asimilaría para entrar después, ya sin connotaciones despectativas, en la historia del arte.
El fauvismo fue un movimiento eminentemente francés y pictórico, en un marco cronológico aproximado entre 1898 y 1907. Ya Matisse y Marquet trabajaban en obras que anticipaban la plástica fauvista antes de la gran revolución que produjo su presencia en el Salón de Otoño de 1905, aunque el año florecimiento pleno del fauvismo fue 1906.
La presencia de las obras fauvistas estuvo rodeada de controversia. El 18 de octubre de 1905, se abrió la tercera edición de la Sociedad del Salón de Otoño en el Gran Palais de París. El Salón mostraba una exposición retrospectiva de Ingres y Manet, colgada bajo el tragaluz, junto a 1636 pinturas, esculturas y dibujos de artistas contemporáneos de todo el mundo, incluidos los rusos Kandinski y Jawlensky, que habían venido de Múnich para la ocasión. El Salón fue fundado y presidido por Frantz Jourdain, bajo el patronato de destacadas figuras de finales del siglo XIX como Eugéne Carrière y Auguste Renoir.
El Salón de Otoño tenía como precedente el Salón de los Independientes de aquel mismo año, al que Matisse, Marquet, Derain, Puy y otros habían enviado obras y donde se les había calificado de « incoherentes ». La presencia de sus cuadros en el Salón de Otoño puso un aprieto a sus directivos, que, sin fundamentos para excluir las piezas « incoherentes », defendidas por algunos de los miembros de la dirección como Desvallières y Rouault, decidieron agruparlas en una sala aparte. Los comisarios Armand Dayot y Léonce Bénédite eligieron la Sala VII para confinar el trabajo de aquel grupo de pintores cuyas principales características eran el uso de brillantes y llamativos colores dispersos sobre los lienzos, en puntos o manchas amorfas que configuraban escenas y formas grotescas. Estas pinturas fueron colgadas por orden alfabético de autor. Los comisarios repartieron además las esculturas particiantes por las diferentes salas del Gran Palais, provocando un gran contraste.
Los cuadros expuestos fueron tomados como la manifestación artística de unos jóvenes indisciplinados, anárquicos, más que como creaciones vanguardistas de artistas con unas inquietudes comunes.
El fauvismo fue un movimiento breve pese a su intensidad e importancia en el arte posterior.
Aunque se ha considerado como el primer movimiento artístico del siglo XX, los artistas a quienes se llamó fauvistas no formaban un grupo conscientemente definido, sino disperso, unidos por amistad, que aceptaron tal denominación por encontrarla coherente con su actitud violenta y subversiva.
Las obras fauvistas produjeron el efecto de una bomba en el público las contempló en 1905.