Según la enciclopedia médica electrónica Medline, “El síndrome de Asperger es una afección caracterizada por un deterioro en la interacción social y patrones de comportamiento limitados y repetitivos. Puede haber retardo en los hitos del desarrollo motriz y, a menudo, se observa torpeza. Este síndrome es muy similar a o puede ser lo mismo que el autismo de alto funcionamiento (HFA).”
Esta definición (excelente, aunque muy sui generis) que ofrece esta publicación médica rescata (grosso modo) las palabras textuales pronunciadas en vida y escritas por el psiquiatra vienés. Según el propio Asperger, dicho patrón de comportamiento evidenciaba “ausencia de empatía, reducida habilidad para las relaciones sociales, conversaciones solitarias, un profundo arraigo a un interés especial y movimientos torpes”.
El Instituto Nacional de Desórdenes Neurológicos y Derrame Cerebral añade más detalles que, por considerarse muy oportunos para un mejor conocimiento de este síndrome por parte del gran público –en su mayoría profano en la materia–, se han incluido a continuación:
“El síndrome de Asperger (SA) es un trastorno del espectro del autismo. Es más leve que el autismo pero comparte algunos de sus síntomas. Es más común entre los niños que entre las niñas.
El principal síntoma es un interés obsesivo en un sólo tema. Algunos niños con SA se convierten en especialistas en dinosaurios, marcas y modelos de automóviles, hasta en objetos aparentemente extraños como son las aspiradoras. Sus conocimientos, altos niveles de vocabulario y patrón formal del lenguaje los hacen parecer pequeños profesores.
Los niños con SA tienen dificultad para interpretar situaciones sociales e identificar los sentimientos de otras personas. Pueden tener movimientos extraños o tics nerviosos. Todo esto les dificulta hacer amigos. Los problemas con las habilidades motoras también son comunes en los niños con SA. Por ejemplo, pueden aprender a andar en bicicleta o atrapar una pelota más tarde que otros niños. El tratamiento se enfoca en tres síntomas principales: insuficiencia en las habilidades para comunicarse, rutinas obsesivas o repetitivas y torpeza física.”
Ese interés obsesivo –e incluso excluyente y/o compulsivo– al que se ha aludido respalda lo dicho por el Doctor Hans Asperger en su época, quien fue el primero en denominar a los niños que padecían este síndrome “pequeños profesores”, dada la extraordinaria capacidad de algunos de sus pacientes para llevar a cabo procesos intelectuales complejos que exigían un elevado rendimiento (verbigracia, la memorización pasmosa de un gran número de datos en intervalos de tiempo relativamente pequeños). De hecho, y para respaldar sus tesis, nuestro doctor realizó un seguimiento en la edad adulta a uno de los cuatro pacientes de los que se había valido para publicar su tesis doctoral en 1944. Se trataba de Fritz V., un niño con un CI (cociente intelectual) muy superior a la media y de gran talento matemático. Éste se convirtió en profesor universitario de astronomía, y logró identificar y resolver un error de cálculo en los trabajos sobre gravitación universal de Isaac Newton.
La comunidad científica internacional especializada en la materia no ha logrado llegar –todavía– a un consenso absoluto respecto a la catalogación clínica de este síndrome. Algunos especialistas europeos y estadounidenses (como Leo Kanner en 1943) sostuvieron que se trataba de un leve autismo sin mayores repercusiones. Estas ideas –como se verá enseguida– han sido ampliamente rebatidas en la actualidad por prestigiosos psiquiatras y psicólogos de Europa y América.
Lamentablemente, Hans Asperger falleció antes de que viesen la luz sus investigaciones científicas sobre Pedagogía Curativa relacionadas con sus descubrimientos y trabajos en torno a la psicopatía autista de la infancia. El hecho de que la gran mayoría de sus publicaciones estuviesen escritas en idioma alemán, y la práctica inexistencia de buenas traducciones a otros idiomas de mayor repercusión social y difusión mediática (como el inglés o el español), dificultaron mucho la labor de divulgación de sus excelentes investigaciones en su especialidad.
Polémicas aparte, lo cierto es que el año 2006 fue declarado Año Internacional del Síndrome de Asperger, con motivo del centésimo aniversario (en el mes de noviembre) del nacimiento de su descubridor (1906-2006), y de los veinticinco años transcurridos desde que la psiquiatra inglesa Lorna Wing utilizase por primera vez este término (síndrome de Asperger) en su trabajo “El síndrome de Asperger: un relato clínico” (1981), publicado en la prestigiosa revista médica Psychological Medicine.
Además, tal y como explican expresamente en su página Web los Laboratorios SAVAL (Santiago de Chile), “en 1994 la Asociación Estadounidense de Psiquiatría reconoció formalmente esta discapacidad como una subcategoría definida dentro de los trastornos generalizados del desarrollo, publicando estos criterios clínicos en el Manual Diagnóstico y Estadístico de Trastornos Mentales (DSM-IV).”
Los síntomas más relevantes de este trastorno los recoge con gran acierto la Enciclopedia on-line MedlinePlus:
“Comunicación no verbal anormal, como problemas con el contacto visual, expresiones faciales, posturas del cuerpo o gestos; incapacidad de establecer relaciones con los compañeros; víctima de señalamientos por parte de otros niños como “raro” o “extraño”; falta de búsqueda espontánea por compartir la felicidad, intereses o logros con otras personas (es decir, no muestra, trae ni señala objetos de interés a otras personas); incapacidad marcada para expresar placer por la felicidad de las otras personas; falta de reciprocidad social o emocional; inflexibilidad acerca de rutinas o rituales específicos; agitación repetitiva de los dedos, torsión o movimientos del cuerpo entero; preocupación intensa por áreas de interés restringidas, como por ejemplo, obsesión con los horarios de trenes, directorios telefónicos o colección de objetos; preocupación por las partes de objetos enteros; comportamientos repetitivos, incluyendo comportamiento autoagresivo repetitivo.”
En cuanto a las expectativas de curación (se trata de un mero pronóstico) y el tratamiento a seguir, la anteriormente citada publicación digital aclara que: “Estudios recientes han mostrado que una diversidad de métodos de tratamiento puede ayudar a mejorar el desempeño social, lo cual es particularmente importante, dado que el paciente puede tener una capacidad intelectual promedio o por encima del promedio.”
Glenn Gould: genio y “autista”
GouldNuestro artista tuvo en su ambiente familiar –y muy especialmente en su madre– al verdadero motor para desarrollar sus excepcionales cualidades musicales. Peter Ostwald, psiquiatra y Profesor de la Universidad de California (San Francisco), trató a Glenn Gould durante una larga etapa de su vida, cuando éste vivía ya retirado de los escenarios y se medicaba compulsivamente para mantener equilibrada su presión arterial. Sharlene Habermeyer narra en su libro titulado Casa: Sintonizarse con la Música lo que el citado Ostwald ya explicara en su época: “la música es un fuerte conductor de amor y seguridad entre madre e hijo”. Además, Habermeyer cita una de las investigaciones más conocidas de este psiquiatra, en la que se concluye que “los lactantes responden de manera positiva a las cualidades musicales en la voz de su madre”.
Asimismo, el reputado psiquiatra reveló que “los niños a quienes cantan sus padres generarán un lazo emocional mucho más fuerte con ellos”.
Si se tiene en cuenta que el pequeño Glenn aprendió sus primeras lecciones de solfeo y piano de manos de su propia madre, una pianista profesional; y si se sopesa que, además, fue ella quien veló por la educación musical de su hijo desde los tres años de edad, se encuentran respuestas convincentes al “fenómeno Gould” –al margen de sus aptitudes innatas para la Música–.
Peter Ostwald fue quien diagnosticó post mortem a Gould con el síndrome de Asperger, e identificó muchos elementos de su personalidad afines con este trastorno.
Más información sobre Gould en otros post de hoy.
Gould padecía el sindrome de Asperger. ¿Que es el Sindrome de Asperger?
En 1944, el psiquiatra y pediatra vienés Hans Asperger (18/02/1906-21/10/1980) hizo pública en su tesis doctoral sobre Pedagogía Curativa (1944) la definición del trastorno que lleva su nombre, tras identificar un patrón de comportamiento y una serie de habilidades percibidas en niños y niñas (los casos mayoritarios se identificaron entre los niños varones). Este prestigioso psiquiatra denominó a esta atípica afección “psicopatía autista de la infancia”.