Karol Józef Wojyla nació en Wadowice, Polonia, en 1920. Hijo de un oficial del ejército polaco y una maestra de escuela, de joven fue un excelente deportista apasionado por el teatro.
La muerte de su padre le causó profundo dolor y le llevó a buscar consuelo en la poesía de San Juan de la Cruz; esto, unido a una heroica conducta de los curas durante la ocupación nazi, le llevó a seguir el camino de la fe.
Ordenado sacerdote en 1946, amplió sus estudios en Roma donde se doctoró en Teología. De regreso a Polonia, desarrolló su tarea pastoral en parroquias obreras de Cracovia e impartió clases de Ética en las universidades de Liublin y Cracovia.
En 1946 fue nombrado arzobispo de Cracovia. Líder combativo contra el comunismo y los funcionarios del Gobierno polaco, durante el Concilio Vaticano II destacaron sus intervenciones sobre el papel de la Iglesia en el mundo contemporáneo.
En 1967 el papa Pablo VI lo nombró cardenal, y el 16 de octubre de 1978, a los 58 años, fue elegido para suceder al papa Juan Pablo I, convirtiéndose en el primer papa no italiano desde 1523 y el primero procedente de un país comunista.
Desde sus primeras encíclicas exaltó la labor de magisterio de la Iglesia, destacando la necesidad de una fe sólida, enraizada en el patrimonio teológico tradicional y de firme moral, aunque abierta al siglo XX. Denunció la Teología de la Liberación, criticó la relajación moral y proclamó la unidad espiritual de Europa.
El 13 de mayo de 1981 sufrió un atentado en la plaza de San Pedro del Vaticano que le dejaría graves secuelas en su salud.
En 1982 sufrió un intento de atentado en el Santuario de Fátima. A pesar de ello, el pontífice continuó con su labor evangelizadora, visitando numerosos países, en especial los del Tercer Mundo.
Mantuvo contacto con numerosos líderes religiosos y políticos; destacó su carácter conservador en las cuestiones sociales y su resistencia a la modernización de la institución eclesiástica.
Promulgó numerosas encíclicas entre las que destacan Laborem exercens (1981) y Sollicitu rei sociales (1987).
Entre sus exhortaciones y cartas apostólicas sobresalen Familiaris consortio (1981), Salvifici doloris (1984) y Mulieris dignitatem (1988). En Evangelium vitae (1995) habló del aborto, de las técnicas de reproducción asistida y de la eutanasia. Ut unum sint (1995) fue la primera encíclica de la historia dedicada al ecumenismo. En 1994 publicó el libro Cruzando el umbral de la esperanza.
Su talante tradicional le llevó a enfoques característicos del catolicismo más conservador, sobretodo la prohibición del aborto y los anticonceptivos, la condena del divorcio y el rechazo al sacerdocio femenino. Sin embargo, fue un gran defensor de la justicia social y económica, abogando por la mejora de las condiciones de vida en los países pobres.
Tras un proceso de deterioro físico, Juan Pablo II falleció el 2 de abril de 2005. Fue considerado uno de los líderes más carismáticos de la historia contemporánea. Su beatificación tuvo lugar en 2011.
Durante la ocupación nazi, compaginó estudios, su labor de actor y el trabajo de obrero en una fábrica.
Fue miembro activo de la UNIA, organización democrática clandestina que ayudaba a los judíos.