Heriberto Quiñones es uno de los muchos nombres adoptados por este comunista moldavo que llegó a España a principios de la década de 1930, y que se convertiría en un ejemplo de vida y compromiso revolucionario para los trabajadores españoles. Quiñones nació en 1907 en la Moldavia rusa, pero no se llamaba para nada como decía, ni nunca desveló su verdadero nombre. Sí se sabe que llegó a España en 1932 como delegado de la III Internacional, y que desarrolló su misión militante sucesivamente en Asturias, Valencia, Mallorca, Menorca, Cataluña y Madrid.
Políglota y revolucionario, fue un internacionalista convencido que no dudo en afirmar, pues lo había vivido en su país, que "el régimen soviético terminaría con el hambre, la miseria y la opresión".
En Valencia se casó con la lider comunista mallorquina Aurora Picornell, ejecutada por los falangistas en 1936 estando embarazada. Ambos tenían una hija, Octubrina Roja, que la represión franquista rebautizó como Francisca.
Antes de 1936 fue detenido en varias ocasiones por sus actividades revolucionarias.
Durante la Guerra Civil española formó parte en Valencia del Comité Provincial del Partido Comunista de España (PCE). Tras el fin de la guerra fue detenido e internado en el campo de concentración de Albatera en Alicante y posteriormente en una cárcel en Valencia, aunque fue excarcelado al poco dado el avanzado estado de su tuberculosis pulmonar. Fue detenido varias veces más por su actividad clandestina. En 1941 se trasladó a Madrid donde se convirtió en el responsable y organizador nacional del PCE en la clandestinidad.
Sin embargo, su actuación y línea política empezó a encontrar el rechazo de los dirigentes del PCE en el exilio. Así, el partido se vio afectado por las purgas abiertas por la Komintern y el estalinismo en los partidos comunistas europeos y el propio Heriberto Quiñones fue acusado de traidor, delator y agente británico. No sólo lo acusaron, sino que un compañero lo delató y fue detenido en la calle de Alcalá de Madrid el 30 de diciembre de 1941.
En las cárceles franquistas fue torturado salvajemente, aunque no confesó ni su domicilio. Sus torturadores le quebraron la columna vertebral. En la cárcel se enteró de que había sido expulsado del Partido Comunista de España.
En su consejo de guerra reconoció orgulloso ser el máximo dirigente del PCE en el interior. Fue condenado a muerte y fusilado el 2 de octubre de 1942 contra las tapias del Cementerio del Este de Madrid sentado en una silla, al no poder tenerse en pie debido a las torturas. Sus últimas palabras fueron "Viva la Internacional Comunista". Junto a él fueron fusilados sus ayudantes en la dirección del PCE, Luis Sendín y Ángel Garvín.
En 1986, la nueva dirección del PCE, liderada por Gerardo Iglesias, que había sucedido a Santiago Carrillo y era, por tanto, ajena al estalinismo, rehabilitó a varios antiguos militantes, como Comorera, Monzón o Quiñones, difamados hasta entonces como traidores y agentes del franquismo. Sin embargo, la rehabilitación no mencionó para nada a los responsables de las "depuraciones" de dichos dirigentes.
Junto a él fueron fusilados sus ayudantes en la dirección del PCE, Luis Sendín y Ángel Garvín.
Internado en un campo de concentración de Alicante tras la Guerra Civil
Heriberto Quiñones González (1907 - Madrid, 2 de octubre de 1942) fue un militante comunista y agente de la Komintern en España, asesinado por la dictadura franquista.